que se posa en el alma,
y entona melodías sin palabras,
y no se detiene para nada,
y suena más dulce en el vendaval;
y feroz tendrá que ser la tormenta
que pueda abatir al pajarillo
que a tantos ha dado abrigo.
La he escuchado en la tierra más fría
y en el mar más extraño;
y nunca, ni en la mayor adversidad,
me pidió una migaja.
Bellísimo e inmejorable poema para el final que principia la esperanza de un nuevo año y un mundo aunque sea algo mejor.
ResponderEliminarGracias, Juan, por tanto hallazgo e inspiración. Felices Años.
Felices años.
ResponderEliminarEsperanza de un nuevo año. El poema viene (creo) que ni pintado para este fin de año, en el que han ocurrido cosas que nunca pensamos que ocurrirían, y no hace falta decir cuáles son. Veremos.