domingo, 16 de octubre de 2016

Lunas// A la luna - Gertrudis Gómez de Avellaneda - España / Oda a la bella desnuda - Pablo Neruda - Chile / Romance de la luna, luna - Federico García Lorca - España / La luna - Mariano Estrada - España / Bebiendo a solas con la luna - Li Po - China / Noche iluminada por la luna - Du Fu - China / Mirando la luna en el pabellón Penpu en un día de otoño - Bai Juyi - China / La luna - Jorge Luis Borges - Argentina / La luna - Jaime Sabines - México


A la luna

Tú, que rigiendo de la noche el carro,
Sus sombras vistes de cambiantes bellos,
Dando entre nubes -que en silencio arrollas-
Puros destellos,

Para que mi alma te bendiga y ame,
Cubre veloz tu lámpara importuna...
Cuando eclipsada mi ventura lloro,
¡Vélate, luna!

Tú, que mis horas de placer miraste,
Huye y no alumbres mi profunda pena
No sobre restos de esperanzas muertas
Brilles serena.

Pero ¡no escuchas! Del dolor al grito
Sigues tu marcha majestuosa y lenta,
Nunca temiendo la que a mí me postra,
Ruda tormenta.

Siempre de infausto sentimiento libre,
Nada perturba tu sublime calma
Mientras que uncida de pasión al yugo,
Rómpese mi alma.

Si parda nube de tu luz celosa
Breve momento sus destellos vela,
Para lanzarla de tu excelso trono
Céfiro vuela.

Vuela, y de nuevo tu apacible frente
Luce, y argenta la extensión del cielo
¡Nadie, ay, disipa de mi pobre vida
Sombras de duelo!

Bástete, pues, tan superior destino;
Con tu belleza al trovador inflama;
Sobre los campos y las gayas flores
Perlas derrama;

Pero no ofendas insensible a un pecho
Para quien no hay consolación ninguna
Cuando eclipsada mi ventura lloro,
¡Vélate, luna!



Oda a la bella desnuda

Con casto corazón, con ojos
puros,
te celebro, belleza,
reteniendo la sangre
para que surja y siga
la línea, tu contorno,
para
que te acuestes a mi oda
como en tierra de bosques o de espuma,
en aroma terrestre
o en música marina. 

Bella desnuda,
igual
tus pies arqueados
por un antiguo golpe
de viento o del sonido
que tus orejas,
caracolas mínimas
del espléndido mar americano.
Iguales son tus pechos
de paralela plenitud, colmados
por la luz de la vida.
Iguales son 
volando
tus párpados de trigo
que descubren 
o cierran
dos países profundos en tus ojos.

La línea que tu espalda
ha dividido
en pálidas regiones
se pierde y surge
en dos tersas mitades
de manzana,
y sigue separando tu hermosura
en dos columnas
de oro quemado, de alabastro fino,
a perderse en tus pies como en dos uvas,
desde donde otra vez arde y se eleva
el árbol doble de tu simetría,
fuego florido, candelabro abierto,
turgente fruta erguida
sobre el pacto del mar y de la tierra.

Tu cuerpo, en qué materia,
ágata, cuarzo, trigo,
se plasmó, fue subiendo
como el pan se levanta
de la temperatura
y señaló colinas
plateadas,
valles de un solo pétalo, dulzuras
de profundo terciopelo,
hasta quedar cuajada
la fina y firme forma femenina?

No sólo es luz que cae
sobre el mundo
lo que alarga en tu cuerpo
su nieve sofocada,
sino que se desprende
de ti la claridad como si fueras
encendida por dentro.

Debajo de tu piel vive la luna.



Romance de la luna, luna

La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye, luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.

Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene sus ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.

Cómo canta la zumaya,
¡ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.

El aire la está velando.
Romance de la luna, luna - Camarón de la Isla, Paco de Lucía y Tomatito



La luna
A Federico García Lorca
Ya nadie mira a la luna,
la luna ya no es de nadie;
ya no la cubren de besos,
ya no la bañan con sangre.

Ni ya le escriben poemas,
ni ya le clavan puñales;
ya no hay tragedias de amores,
ya no hay amor, no hay amantes.

Ya pasa sola la luna,
ya pasa sola, sin nadie;
ya no amontona secretos
ni alumbra sueños, como antes.

¿Adónde fuisteis, poetas,
adónde fuisteis, amantes,
que la dejásteis sin versos,
que sin amor la dejásteis?

Ya no es de nadie, ni es luna,
la luna que ahora nos sale;
porque es un círculo sólo,
y sólo un círculo errante.

Sólo un castillo arrumbado,
sólo un recuerdo distante;
sólo una historia en un libro,
sólo una estatua en un parque.

La luna no será luna
sin corazones que amen;
sin pensamientos que vuelen
y sin poetas que canten.

Y es esa luna, lunero,
la misma luna, no obstante,
que tú metiste en los versos
porque era tuya una parte

Pero los hombres son otros
y otras las cosas que valen;
y otros los ojos que miran
y otras las formas de amarse.

La luna no será luna,
porque la luna es mirarse:
asesinar con los ojos
hasta el dolor de la sangre.
Mariano Estrada



Bebiendo a solas con la luna

Una jarra de vino entre las flores.
No hay ningún camarada para beber conmigo,
pero invito a la luna,
y, contando a mi sombra, seremos tres.
Pero la luna no bebe,
y mi sombra se contenta con seguirme.
Festejemos, con mi amiga luna y mi sombra esclava: 
la primavera es época propicia para el goce.
Canto y la luna prolonga su presencia;
bailo y mi sombra se enreda.
Los tres juntos, antes de beber, holgábamos;
ahora, ebrios, cada uno marcha por su lado.
¡Regocijémonos muchas horas todavía, 
en nuestro extraño festín inanimado,
para encontrarnos al fin en el Río de Plata de los Cielos!
Li Po


Noche iluminada por la luna

La Luna está sobre Fuzhou esta noche,
Mi esposa debe verla a solas en nuestra habitación.
Lamentablemente, pienso en mis lejanos hijos,
Son demasiado jóvenes para entender mi ausencia y recordar el momento en Chang'an.
Su cabellera es húmeda por la niebla fragante,
Y sus brazos de jade blancos se enfrían en esta luz de Luna clara,
¿Cuándo vamos a apoyarnos juntos en la ventana abierta,
Mientras nuestras lágrimas se sequen a la luz de la Luna?
Du Fu


Mirando la luna en el pabellón Penpu en un día de otoño

El año pasado el día 15 del mes octavo,
Estuve en un jardín de albaricoque junto a la piscina de Qujiang.
En este año, el día 15 del mes octavo,
Estoy frente al pabellón de Penpu.
Frente al noroeste en busca de mi casa;
Algunas veces, he visto la luna llena en el sureste.
A nadie le preocupa el viento que ayer soplaba;
La gracia de la luna clara es igual a la del año anterior.
Bai Juyi



La luna

Cuenta la historia que en aquel pasado
tiempo en que suciederon tantas cosas
reales, imaginarias y dudosas,
un hombre concibió el desmesurado

proyecto de cifrar el universo
en un libro y con impetu infinito
erigió el alto y arduo manuscrito
y limó y declamó el último verso.

Gracias iba a rendir a la fortuna
cuando al alzar los ojos vio un bruñido
disco en el aire y comprendió, aturdido,
que se habia olvidado de la luna.

La historia que he narrado aunque fingida,
bien puede figurar el maleficio
de cuantos ejercemos el oficio
de cambiar en palabras nuestra vida.

Siempre se pierde lo esencial. Es una
ley de toda palabra sobre el numen.
No la sabrá eludir este resumen
de mi largo comercio con la luna.

No sé dónde la vi por vez primera,
si en el cielo anterior de la doctrina
del griego o en la tarde que declina
sobre el patio del pozo y de la higuera.

Según se sabe, esta mudable vida
puede, entre tantas cosas, ser muy bella
y hubo así alguna tarde en que con ella
te miramos, oh luna compartida.

Más que las lunas de las noches puedo
recordar las del verso: la hechizada
Dragon moon que da horror a la halada
y la luna sangrienta de Quevedo.

De otra luna de sangre y de escarlata
habló Juan en su libro de feroces
prodigios y de júbilos atroces;
otras más claras lunas hay de plata.

Pitágoras con sangre (narra una
tradición) ecribia en un espejo
y los hombres leian el reflejo
en aquel otro espejo que es la luna.

De hierro hay una selva donde mora
el alto lobo cuya extraña suerte
es derribar la luna y darle muerte
cuando enrojezca el mar la última aurora.

(Esto el Norte profético lo sabe
y tan bien que ese día los abiertos
mares del mundo infestará la nave
que se hace con las uñas de los muertos.)

Cuando, en Ginebra o Zürich, la fortuna
quiso que yo tambén fuera poeta,
me impuse, como todos, la secreta
obligación de definir la luna.

Con una suerte de estudiosa pena
agotaba modestas variaciones,
bajo el vivo temor de que Lugones
ya hubiera usado el ámbar o la arena.

De lejano marfil, de humo, de fría
nieve fueron las lunas que alumbraron
versos que ciertamente no lograron
el arduo honor de la tipografia.

Pensaba que el poeta es aquel hombre
que, como el rojo Adán del Paraiso,
impone a cada cosa su preciso
y verdadero y no sabido nombre.

Ariosto me enseñó que en la dudosa
luna moran los sueños, lo inasible,
el tiempo que se pierde, lo posible
o lo imposible, que es la misma cosa.

De la Diana triforme Apolodoro
me dejó divisar la sombra mágica;
Hugo me dio una hoz que era de oro,
y un irlandés, su negra luna trágica.

Y, mientras yo sondeaba aquella mina
de las lunas de la mitologia,
ahi estaba, a la vuelta de la esquina,
la luna celestial de cada dia.

Sé que entre todas las palabras, una
hay para recordarla o figurarla.
El secreto, a mi ver, está en usarla
con humildad. Es la palabra luna.

Ya no me atraevo a macular su pura
aparición con una imagen vana;
la veo indescifrable y cotidiana
y más allá de mi literatura.

Sé que la luna o la palabra luna
es una letra que fue creada para
la compleja escritura de esa rara
cosa que somos, numerosa y una.

Es uno de los símbolos que al hombre
da el hado o el azar para que un día
de exaltación gloriosa o de agonía
pueda escribir su verdadero nombre.
Jorge Luis Borges



La luna

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas. 
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía
Un pedazo de luna en el bolsillo
es el mejor amuleto que la pata de conejo: 
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que nadie lo sepa 
y para alejar a los médicos y las clínicas. 
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido, 
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver. 
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna 
para cuando te ahogues, 
y dale la llave de la luna 
a los presos y a los desencantados. 
Para los condenados a muerte 
y para los condenados a vida 
no hay mejor estimulante que la luna 
en dosis precisas y controladas
Jaime Sabines

Luna - Víctor Manuel

Dedicado a Marian.

12 comentarios:

  1. Te mato, te mato.... a besos:) Muchas gracias, Charlie. Me quedo con todas, que las leeré con concentración, pero la de Jaime Sabines me va al dedo:)

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  2. Maravillosa la recolección de pinturas y dibujos... Y la música.

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  3. Todos son muy buenos, y hubiese puesto muchos más, pero entonces sería interminable. Quizá para una próxima ocasión.

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  4. Que te siente estupendamente la luna de Sabines.

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  5. Muchas gracias. Es mágico y recomendable.

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  6. Que llego tarde, que se me va la luna... Yo también me quedo con todas, con la misma numerosa y una, como dice Georgie. Tan variadas plumas la pintan y todas lo hacen con autoridad, saben de qué hablan, tienen horas y noches de admirarla y no fallan en retratarla... Si hay algo en lo que creo es en la Luna.

    Qué bello dibujo de Federico y qué sugerente imagen la de Dalmedo.

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  7. No llegas tarde, todas estas lunas seguirán aquí y saldrán cuando cada uno quiera que salgan.
    Qué poema el de Borges, y eso que se siente incapaz de definir la luna.

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  8. Lo que hablábamos la vez pasada. Georgie sobreactúa también en eso. Pero qué maravilla la Luna para Li Po. Y para Du Fu y Bai Juyi, a quienes desconocía.

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  9. Y hablando de la numerosa Luna que mucho tiene que ver con La Historia de Genji, seguramente estás en tema, pero por las dudas se te traspapele, salió en ignoria una versión que prometen corregida y actualida de la obra de la dama Murasaki. Recuerdo cuando muy amablemente me enviaste el link gracias al cual leí La Historia de Genji y con esto intento, como dirían Carlitos Gardel y los jugadores de truco, "empardarla".

    http://bibliotecaignoria.blogspot.com.ar/2016/10/descarga-murasaki-shikibu-la-historia.html

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  10. Esa versión que aparece en el link es la que yo tengo, en papel, de ahí extraje el fragmento que está en este blog, así que la empardaste, pero ya estaba a la par. Una maravilla de novela, que, efectivamente, mucho tiene que ver con la luna, y en la versión de Xavier Roca-Ferrer enriquecida por las impagables notas del propio traductor. Habrá que montar otro capítulo lunar en el que entre esta novela. Esto es un sinvivir.

    Los poetas chinos son algo muy, muy especial, y aquí sí que tienen mucho que ver las traducciones, porque ves traducciones distintas de un mismo poema y a veces no se parecen en nada, o da esa sensación.

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