laberinto de los efectos y de las causas
por la diversidad de las criaturas
que forman este singular universo,
por la razón, que no cesará de soñar
con un plano del laberinto,
por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
por el amor, que nos deja ver a los otros
como los ve la divinidad,
por el firme diamante y el agua suelta,
por el álgebra, palacio de precisos cristales,
por las místicas monedas de Ángel Silesio,
por Schopenhauer,
que acaso descifró el universo,
por el fulgor del fuego
que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
por la caoba, el cedro y el sándalo,
por el pan y la sal,
por el misterio de la rosa
que prodiga color y que no lo ve,
por ciertas vísperas y días de 1955,
por los duros troperos que en la llanura
arrean los animales y el alba,
por la mañana en Montevideo,
por el arte de la amistad,
por el último día de Sócrates,
por las palabras que en un crepúsculo se dijeron
de una cruz a otra cruz,
por aquel sueño del Islam que abarcó
mil noches y una noche,
por aquel otro sueño del infierno,
de la torre del fuego que purifica
y de las esferas gloriosas,
por Swedenborg,
que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
por los ríos secretos e inmemoriales
que convergen en mí,
por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
por la espada y el arpa de los sajones,
por el mar, que es un desierto resplandeciente
y una cifra de cosas que no sabemos
y un epitafio de los vikings,
por la música verbal de Inglaterra,
por la música verbal de Alemania,
por el oro, que relumbra en los versos,
por el épico invierno,
por el nombre de un libro que no he leído: Gesta dei per Francos,
por Verlaine, inocente como los pájaros,
por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
por las rayas del tigre,
por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
por la mañana en Texas,
por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
por Séneca y Lucano, de Córdoba
que antes del español escribieron
toda la literatura española,
por el geométrico y bizarro ajedrez
por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
por el olor medicinal de los eucaliptos,
por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
por el olvido, que anula o modifica el pasado,
por la costumbre,
que nos repite y nos confirma como un espejo,
por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
por la noche, su tiniebla y su astronomía,
por el valor y la felicidad de los otros,
por la patria, sentida en los jazmines,
o en una vieja espada,
por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
por el hecho de que el poema es inagotable
y se confunde con la suma de las criaturas
y no llegará jamás al último verso
y varía según los hombres,
Por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos
por morir tan despacio,
por los minutos que preceden al sueño,
por el sueño y la muerte,
esos dos tesoros ocultos,
por los íntimos dones que no enumero,
por la música, misteriosa forma del tiempo.
De El otro, el mismo, 1964
Gracias, Maestro!
ResponderEliminarPor el agua suelta,
por el fulgor del fuego
que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
por el misterio de la rosa
que prodiga color y que no lo ve,
por el arte de la amistad,
por Verlaine, inocente como los pájaros,
por el olvido, que anula o modifica el pasado,
por la costumbre
que nos repite y nos confirma como un espejo,
por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
por la música, misteriosa forma del tiempo.
Salud, Maestro!
Por el agua suelta... ya ese verso solo me pone de rodillas.
Este poema bien podría ser todos los poemas, condensar a todos los poemas en uno, este, el mismo.
ResponderEliminar..."por el amor, que nos deja ver a los otros
como los ve la divinidad,"
Es hermoso. El gran maestro Jorge Luis Borges.
Impresionante Borges.
ResponderEliminarFijaos en esto:
"por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
por el hecho de que el poema es inagotable
y se confunde con la suma de las criaturas
y no llegará jamás al último verso
y varía según los hombres"
Perfecto.
ResponderEliminar"Y no llegará jamás el último verso"
Qué gran sabio!
Sabio entre los sabios.
ResponderEliminarSeguramente Agostina lo habrá leído, pero apareció hace unos días
http://www.lanacion.com.ar/1902780-borges-arma-una-cartografia-de-los-origenes-del-tango
con conferencias inéditas con verdaderos sustanciosos hallazgos para nuestra tanguera portenidad...
Y párrafo aparte para tu aporte, Juan. Entre Fallen Angels de Dylan y el link a CERVANTES en la BNE no puedo escapar (ni quiero) del Crepúsculo... Muchas gracias!
ResponderEliminarFallen Angels es una exquisitez!! Hermoso, no podemos salir del Crepúsculo...
ResponderEliminarNo lo leí Carlos, paso a hacerlo ahora, Gracias.
Buenísima la nota, merci.
ResponderEliminarJugosísimo el texto de Borges sobre el tango. Es curioso, porque Borges decía de sí mismo que era sordo para la música, pero por lo visto no lo era si la música venía acompañada de historias porteñas.
ResponderEliminarMe alegro, Carlos, Agostina, de que "no podáis escapar" del Crepúsculo. Yo tampoco puedo, porque sigo aprendiendo cada vez que elaboro un post.
Gracias a vosotros por seguir pasando por aquí, seguiremos descubriendo cosas.
El link de Cervantes de la BNE está realmente bien hecho.
Fallen Angels es la última genialidad de Dylan, que tiene ya suficientes años como para permitirse todas las licencias que se le ocurran. La verdad es que hasta desafina, pero ¿para qué necesitaría Dylan afinar? Cada día interpreta mejor, desafinado o no.
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