la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus
mastines
silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra
ordena tocad para la danza
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire no
se yace estrechamente en él
Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonad
empuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azules
cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la
danza
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer
bebemos y bebemos
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro
venido de Alemania
grita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como
humo en el aire
y tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de
Alemania
te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azules
te hiere con una bala de plomo con precisión te hiere
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
azuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido
de Alemania
tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita
De Amapola y memoria, 1952
Versión de José Ángel Valente
Qué tristeza. pensar que tantas y tantas personas vivieron las atrocidades de los campos de concentración y de la guerra. Y cuántas siguen aún viviéndolas. Es algo que no cesa. Visité el único campo de concentración que hay en Francia, en Alsacia, región que fue durante mucho tiempo alemana. Y estar ahí en donde tanta gente murió es terrible. Aún en el dolor más profundo él sigue recordando los cabellos de oro de Margarete. Como en la película la Vida es bella. Lo que un padre pudo hacer por disfrazar la desolación de lo que estaba viviendo y transformarlo en poesía para su hijo. Y así él logró sobrevivir. Qué belleza de película verdad? A ver si pensamos en la Voluntad de Shopenhauer como hacía Begnini y así poder atraer buenas energías para todos los que aún hoy padecen las guerras.
ResponderEliminarEsto es el cuento de nunca acabar. Porque siempre fue así, ¿o no?
ResponderEliminar¿Cuándo accederemos de una vez a nivel humano? La teoría la sabemos, la tenemos más que estudiada. ¿Y por qué nos empeñamos en arruinarla?
Sí, Juan, cuándo... y cuánto más? La respuesta, mi amigo, está... todavía cavando una tumba en el aire como dice Celan, poeta, dicho sea de paso, aquí olvidado sino desconocido, poeta de habla alemana venido de Ucrania que un día no quiso más y se arrojó al Sena desde el Puente Mirabeau, el mismo que hace unos días sin conocer recorro con la cabeza gracias a Agostina y al poema de Apollinaire.
ResponderEliminarThe answer, my friend, is Blowin' en el viento.
ResponderEliminarPaul Celan creo que está medio olvidado en todas partes. Sin embargo era un gran poeta. Me acordé de él precisamente gracias al puente Mirabeau que nos recordó Agostina y al escrito de César Antonio Molina.
La verdad es que yo no conocía a Paul Celan. Su nombre me decía algo pero ahora gracias a Juan lo estoy conociendo. Y sí, es el cuento de nunca, nunca acabar. Como en Rayuela, again. El hombre ese bípedo implume...
ResponderEliminarFamosa definición de Platón.
ResponderEliminarCuando Diógenes el Cínico (el que iba con una lámpara diciendo "busco a un hombre") escuchó esta definición, agarró un gallo, le quitó las plumas y lo echó en la Academia de Platón diciendo: "este es el hombre de Platón"
Sabía que venía de antes pero no de Platón, ni conocía la historia. Gracias Juan.
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