En aquel tiempo yo era poco consciente de que el mal de la senilidad es universal y ataca a todo aquel a quien la muerte ha olvidado. Pero ahora que he subido a la cumbre de los noventa años, desgastado por la sucesión de los días y los años, me parezco a Jawâd, el mercader de forraje, y ya no soy aquel hombre generoso que podía disipar su fortuna. La debilidad me ha inclinado hacia el suelo y la edad ha hecho que una parte de mi cuerpo entre en la otra, de modo que yo mismo me reconozco con dificultad y no ceso de suspirar por mi pasado. He aquí lo que he dicho, describiendo mi propia situación:
Cuando alcancé en la vida la situación privilegiada
que siempre había deseado, ansié la muerte.
La longevidad me ha robado las energías
para hacer frente a los ataques de las vicisitudes del tiempo.
Mi fuerza se ha convertido en debilidad y mis dos aliados,
mi vista y mi oído, me han traicionado al llegar a la cima.
Cuando me levanto, siento como si subiera una montaña,
y cuando ando, como si estuviera atado con cadenas.
Me arrastro y la mano, que antaño blandía en la batalla
la lanza y la espada, se apoya ahora en un bastón.
Paso las noches en un lecho blando, incapaz de dormir,
insomne como si yaciera sobre una roca.
El hombre vuelve atrás en la vida,
alcanzada la perfección y la plenitud, retorna a sus inicios.
También compuse los siguientes versos en El Cairo, condenado a una vida de ociosidad y molicie. ¡Qué rápida ha pasado y se ha desvanecido la vida!:
Contempla cómo, desde que encanecí, las vicisitudes del tiempo
me han enseñado hábitos distintos a los que tenía.
En los cambios que trae el tiempo hay una lección y un ejemplo.
¿Acaso hay un estado que la sucesión de los días no modifique?
Fui la tea que encendía una y otra vez la guerra
con la chispa del golpear de la espada contra el yelmo.
Mi única ambición era combatir al enemigo,
al que veía como una presa, temblorosa en mi presencia.
Más temible en la guerra que la noche, más impetuoso en [el asalto
que un torrente y más audaz en el campo de batalla que [la muerte.
Pero ahora me he convertido en ociosa doncella, que yace
entre blandos almohadones, detrás de velos y cortinas.
Casi he echado raíces, de tanta inmovilidad, al igual que
se oxida la mejor espada, cuando no se la saca de su vaina.
Después de haber vestido cotas de malla, ahora visto tejidos
dabîquíes.1 ¡Desgraciado de mí y desgraciados tejidos!
Jamás busqué el lujo, ni fue éste mi objetivo.
No ansío las comodidades, ni están hechas para mí.
Jamás consentí alcanzar la gloria sin vencer dificultades,
ni la grandeza sin mellar espadas y lanzas.
Hubo un tiempo en el que pensé que la lozanía de la vida no iba a gastarse y que su fuerza jamás se debilitaría. Creí que en el momento en que volviera a Siria encontraría mis días tal como eran cuando la dejé, sin que el tiempo hubiera modificado nada desde mi marcha. Pero a mi regreso, las promesas que me hacía a mí mismo resultaron ser falsas y mis antiguos pensamientos un espejismo. [...]
Traducción y nota de Mercè Comes
1 Tejido de lino fabricado en Dabîq, en el Bajo Egipto, a veces entretejido con oro y sedas.
En el Libro de las experiencias nos hallamos ante los recuerdos de un príncipe extraídos al azar en su vejez; de un hombre que hizo la guerra, fue amigo y contertulio de los combatientes de la primera y segunda cruzadas; que, con más o menos suerte, se entrometió en todas las intrigas que llegaban a sus oídos en su propio provecho y en el de su mesnada. Nunca llegó a conseguir un feudo de su propiedad ni a realizar hazañas comparables a las del Cid pero, a cambio, escribió con sinceridad, sin disimulos ni subterfugios, los recuerdos de su vida.
La calidad literaria del original de Ibn Munqid es innegable. Pocos son los escritores árabes que alcanzan la sencillez de su estilo y, al mismo tiempo, esa claridad. Un episodio trae a la mente otro aunque se encuentra distante en el tiempo y, en algunos fragmentos largos -los dedicados por ejemplo a los médicos y a la caza-, es evidente que los ha reunido intencionadamente. [...] JUAN VERNET
Descarnados pero dignos pensamientos. Descarnados mientras va como descarnándose quien los piensa. En un momento leí "Paso las noches en un lecho blando, incapaz de dormir..." y me pareció leer y en mi cabeza retumbó "incapaz de morir..." Creo que rima con el espíritu de estos pensamientos, no?
ResponderEliminarMe quedo con este texto de Usama Ibn Munqid para releerlo con frecuencia. Me lo quedo porque enseña y porque saber morir (no cualquiera logra hacerlo), a su debido momento, claro está, sigue siendo un tema de suma importancia.
" insomne como si yaciera en una roca" cuando ya no hay tregua, cuando la vida no da respiro y todo se tiñe de muerte. Algo que jamás entenderé. Pero como decía Giraudoux: " la mort c'est l'enjeu de la vie", es decir, " la muerte es el desafío de la vida". La que le da sentido. Leyeron "Todos los hombres son mortales" de Simone de Beauvoir? Ahí se ahonda en el concepto de mortalidad contrapuesto a la inmortalidad. Creo que si uno cree en Diós todo es más fácil, no? Así nuestra alma serían inmortal e iríamos a descansar con el Señor, pero qué hacer si no se cree? También pienso que sólo se puede saber morir si uno ya ha vivido lo suficiente, si no quedan muchas cosas en el tintero. Aceptar la muerte a una edad joven dudo que te deje morir en paz. No sé. Qué piensan? Otra cosa, el paso inevitable del tiempo. Luna, espejo del tiempo. Hoy me doy cuenta que todo es un eterno presente, que el pasado habita en nuestra memoria y puede resurgir como con la magdalena de Proust, pero dónde está finalmente? Y el futuro que aún no existe pero existirá. Y llegará el año 2040 y otros y la vida seguirá renaciendo cada día.
ResponderEliminarOtra cosa muy interesante. Un documental sobre la estadía de Cortázar en Mendoza como profesor en la Universidad de Cuyo.
ResponderEliminarhttp://www.lanacion.com.ar/1840647-jaime-correas-si-cortazar-leyera-mi-libro-preguntaria-si-todo-fue-realmente-asi
La muerte es cosa de la vida. No hay más que un irrefrenable e interminable eterno presente. Coincido, Agostina. Gran libro de Simone.
ResponderEliminarYo no creo en Dios, pero creo en los que de verdad creen. Los que no dañan a nadie, por ejemplo, y que contribuyen con el otro.
Y eso que decís sobre saber morir es irrefutable.
Excelente documental el que mencionás.
¿Y qué decir después de estas reflexiones de ambos? Diré que tengo suerte de contar con semejantes comentaristas y que me quedo con todo lo que decís, pero sobre todo con esto: "todo es un eterno presente" (Agostina). "No creo en Dios, pero creo en los que de verdad creen. Los que no dañan a nadie, por ejemplo, y que contribuyen con el otro." (Carlos)
ResponderEliminarEl documental sobre Cortázar habrá que verlo inmediatamente.
Me quedo con lo mismo Juan. Y me encanta estar en este blog. Se lo he pasado a algunas personas y me dicen que ya lo leerán, que ahora no tienen tiempo. Y pienso. Qué raro. Yo ni me lo planteo y me vuelco de lleno en él. Y es que hay mucha gente a la que la poesía ni fu ni fa. Pero creo que sobre todo lo que les pasa es lo que decía Lennon, eso de que la vida es lo que pasa mientras estás ocupado haciendo otras cosas...
ResponderEliminarBuena frase de Lennon. Y certera.
ResponderEliminarEscribí otro poema pero creo que es muy sentimental y un poco pobre. A ver qué piensan. Me interesan sus consejos.
ResponderEliminarTres
Creí adivinar las luces,
Aquellas que vislumbraron en Rayuela una noche entre amigos.
En un cuarto mientras afuera llovía.
París. Cortázar en París. La Maga.
Creí mirar a través del agujero aquel que imaginó Borges,
Desde donde se condensaba
En un instante único y eterno
Todo lo que sucedía,
Sucede,
Sucederá en el Universo.
Todo.
Al mismo tiempo.
Creí haber encontrado la paz,
En un café y una lectura.
Creí, al igual que en "El tiempo recobrado" de Proust,
Que podía salvarme a través del arte.
Quiero seguir creyéndolo.
Creí que no llegarías,
Pero has llegado.
Veo que te has lanzado a escribir poemas. Bien. ¿Te parece sentimental y un poco pobre? Sigue escribiendo, que escribiendo es como van afinándose las ideas.
ResponderEliminarMe temo que estás obligada a comenzar un blog. Anímate.
Una maravilla, Agostina, lo bien que suenan tus poemas. Dale. Necesitamos blogs como el tuyo por venir...
ResponderEliminarMuchas gracias por lo que me dicen. Me hace muy feliz. Ahora sólo me queda ANIMARME.
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