del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.
Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!
¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!
En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.
Hay algo definitivamente raro en darme cuenta lo olvidado que lo tenía al enorme poeta del que leí el primer libro completo (Platero y yo) que recuerdo haber leído emocionado.
ResponderEliminarCreo que no sólo te pasa a ti, realmente está algo olvidado. Injustamente.
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