Cuando Dionisio de Halicarnaso enumeró los más altos modelos del estilo literario, señaló a Safo como la principal exponente de la poesía lírica. En esa ocasión transcribió el Himno a Afrodita, único poema de Safo que conocemos completo. De una u otra forma, podríamos decir que este poema ilustra las preocupaciones de ella: el amor, la tristeza, el abandono, los celos, el deseo, la ternura, la piadosa emoción por la diosa; también, que toda la obra de Safo despliega la misma sonoridad y sencillez de lenguaje. En la afirmación de Dionisio de Halicarnaso se han asimilado perfectamente las dos irrupciones que conllevó el surgimiento de Safo en la cultura griega: primero, el amor personal como principal tema poético; segundo, su condición de mujer, razones que podrían bastar, si no hubiésemos conocido su obra, para entender la división histórica que antes y después de ella puede hacerse en la poesía griega. [...]
Conviene recordar aquí el epigrama atribuido a Platón en que a Safo se le llama décima musa; también aquel que contiene la hermosa designación de "musa mortal entre inmortales musas". Máximo Tirio explicó que Sócrates le llamaba "la bella Safo" no por su físico, sino por su poesía. Estrabón afirmó, después de citar a Pítaco y Alceo como figuras ilustres de Mitilene: "en la misma época vivió Safo; fue un ser extraordinario, porque no sabemos que en ningún otro tiempo, por más que nos remontemos al pasado, hubiese existido otra mujer que por poco que fuese pudiera comparársele en poesía". Fue tal su renombre que pronto se le representó en monedas, medallones, estatuas y vasos. Por Cicerón sabemos que robaron una estatua suya de bronce, fundida por Siliano, del Pritaneo en Siracusa y tenemos noticia de que hubo otra en Bizancio, hacia el siglo V d.C. Este gran reconocimiento que mereció desde tempranos tiempos llegó al grado de que varios autores imaginaron la existencia de otra Safo, hacia la cual trataron de dirigir todas las falsas historias de una disipada vida.
Para entender su significación en el pensamiento occidental es necesario conocer tres principales aspectos: su contexto femenino y educador, su concepto del amor y su excelencia propiamente poética. Así podríamos recibir el justo sentido de una alusión como la de Horacio, cuando afirmó que vería:
A Safo, con la lira de los eolios,
llorar de amor por las muchachas de su pueblo
O el de estas líneas de Safo misma, hermosas y fieles a su espíritu:
Yo amo la delicadeza...
y se me ha concedido el amor, la luz del sol y lo bello. [...]
παΤ Δίος δολόπλοκε, λίσσομαί σε,
μη μ' ιϊσαισι μηδ' όνίαισι δαμνα,
πότνια, θΰμον.
αλλά τύιδ' Ελθ' αϊ ποτά χάτέρωτα
τδς Εμάς αΰδως άΐοισα πήλυι
Εκλυες, πατρός δε δόμον λίποισα
χρύσιον ήλθες
ιϊρμ' ύπασδεύξαισα· χάλοι δε σ' αγον
ώχεες στροΟθοι περί γδς μελαΐνας,
πυκνά δίννεντες πτέρ' απ' ώράνωΐθε-
ρος δια μέσσω·
αΐψα δ' έξίκοντο- συ δ' ώ μάχαιρα,
μειδιάσαισ' άθανατωι προσώπωι
ήρε' δττι δηΰτε πέπονθα χώττι
δηί3τε χάλημμι,
κώττ' Εμωι μάλιστα θέλω γενέσθαι
μαινόλαι θύμωι· «τίνα δηΰτε Πείθων μάισ'
Λγην ες σαν φιλότατα; τίς σ', ώ
Ψάπφ', άδιχήει;
καΐ γαρ αϊ φεύγει, ταχέως διώξει,
αϊ δΐ δώρα μη δέχετ', αλλά δώσει,
αϊ δΐ μη φίλει, ταχέως φιλήσει
κωύχ έθέλοισα.»
ϊλθε μοι καΐ νΟν, χαλεπά ν SiλΟσον
¿χ μερίμναν, δσσα δε μοι τίλεσσαι
θυμός Ιμέρρει, τέλεσαν συ δ' αυτά
σύμμαχος ϊσσο.
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Inmortal Afrodita de colorido trono,
hija de Zeus, artificiosa, te suplico
que no sometas a infortunios ni dolores,
oh Soberana, mi corazón.
Y ven, como otras veces
que abandonaste la casa de tu padre
cuando a lo lejos mi voz oías,
luego que tu dorada
carroza preparabas: te conducían hermosas
ágiles aves cruzando la tierra oscura,
batiendo fuertemente sus alas en medio
de los cielos y del éter.
De inmediato llegaban. Y tú, dichosa,
con tu rostro inmortal sonriendo,
preguntabas con qué sentimiento ahora sufría,
la causa porque te invocaba,
qué anhelaba por sobre todo
mi enloquecido ser: "¿A quién deseas ahora
que mi persuasión atraiga hacia tu amor? ¿Quién,
oh, Safo, te atormenta?
Haré que pronto te siga, si te huye;
que si tus regalos rechaza, él te los ofrezca,
y que de inmediato te ame, si no ama,
aunque no lo desee".
Ven también ahora para librarme del peso
de mis penas; todo cuanto satisfacer
mi ser anhela, cúmplelo: oh, mi aliada,
sé tú misma.
Introducción y traducción directa del griego de Carlos Montemayor
Qué mujer, no? Poeta rebelde, transgresora, se diría, tanto que no le calza mucho el mote de antigua, me la imagino desplegando su joven valiente sensibilidad en el ambiente cultural de la época.
ResponderEliminarMe encanta el cuadro de Charles-Auguste Mengin que aparece en el enlace.
Poeta rebelde, transgresora y... moderna. Debió ser la bomba en su época.
ResponderEliminarMuy bueno el cuadro de Mengin, sí señor.