para Jorge Calado
De esta pintura de Munch,una persona sufriendo sobre un puente,
las manos sobre sus oídos, el observador
podría raspar una minúscula
mota naranja, podría
ponerla sobre un portaobjetos, sintonizar
los rápidos rayos que giran
bajo los aparcamientos y los estadios
de fútbol, aguijoneados por el empujón
etéreo de los imanes, enfocar, porque ese
es su oficio, las partículas de sonda
(lujosas piedras calibradas)
para su desgarrador, dibujado impacto
en la pintura. Lo que se busca
es la fuerza del grito.
Pero la intromisión de la partícula es
muy fuerte, libera sólo
moléculas de pintura, en patente
demostración del Principio
de Incertidumbre. La pintura cuelga;
el cielo noruego y el puerto
recogen el grito, reflejándolo
hacia el cráneo del observador.
Allí, resonando, se produce el cambio.
Imaginación al poder.
ResponderEliminarUn premio Nobel de Química metido a poeta. Si ya lo decía yo: ciencia y poesia, primas hermanas. :-)
ResponderEliminarTiene como la fragmentación, síntesis, no sé cómo decirlo, como la cadencia de una fórmula. Genial
ResponderEliminarNo sabrás como decirlo, pero lo has dicho.
ResponderEliminarCreo que uno de esos rayos le tocó a Messi... ¡qué golazo!
ResponderEliminarRealmente hay que tener imaginación para escribir esto. Madre mía.
ResponderEliminarEl gol de Messi merece un poema, si alguien se atreve, aunque el gol ya es por sí mismo un poema.
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