Llevando al extremo el viejo paralelismo entre el amor y la guerra, en el siguiente Setge d'amor (Asedio de amor: así coinciden en titularlo los manuscritos que lo conservan) el poeta lamenta su incapacidad para hacer frente a las poderosas fuerzas que lo combaten; el asedio termina con la rendición del enamorado, que no tiene más armas que sus lamentos ni más soldados que sus cinco sentidos, prontos a la traición. No hace falta decir que la vieja alegoría literaria del combate de amor aparace aquí vivazmente enriquecida por la experiencia caballeresca y bélica de Jordi de Sant Jordi.
Setge d'amor
Ajustat vey d'Amor tot lo poder
e sobre me ja posat son fort siti,
sí que no·m val força, ·njeny ne sauber;
tant suy destrets, que no·m tinch gens per quiti
de perdre·l cors, l'arma e tots los bés,
car ja no puch sofrir la vida streta
ne·l tresnuytar, tan fort càrrech ay pres:
per què la fi me covendrà que·m reta.
Burchs ne castells no crey tant se tingués
a poder gran sens fornida retreta
e bona gent que l'hage ben deffés,
y ab tal socors si·s té, fa raysó dreta.
Mas eu, qui suy tan flachs per defensar,
sens mur, sens vall, sens merlet ne verdescha,
que de mes gens no pusch gaire fiar,
veyats si stich en so que tost perescha.
Mey sospir són le trabuch qu·eu despar,
qu·altre millor no tench de què·m servescha,
e li gemechs bonbardes per tirar
en contra ley que puny que·m destroescha:
e vets aysí tots los pertrets qu·eu hay,
ab què·m defèn mon cor dins en sa força;
mas bé us say dir que no creu que jamay
per lur força d'aycest perill storça.
Li meys cinch senys me donen plus d'esmay,
car són mas gens ez algú no m'esforça;
c·ans vey que bé a cascú d'ells li play
qu·eu perda tot quant ay fins a l'escorsa.
E, donchs, vejats si·m faran trahimén:
no puch canpar, cert, a la derreria,
que·eu los ay vist star a parlamén
ab l'enemichs, tractajant que m'aucia.
O Déu!, bé m'an trasit mey ull dolén,
trist, envegós c·aysí perdut me sia;
bé m'an trasit mey sinch sens follamén;
bé m'à trasit mon cor per glotonia,
sí que m'an duyt en lo pus strem dan,
que ya no·m say de me quin pertit prenda,
e no·m pusch ja tenir pus de re dan,
ne vey ni trob qui m'ajut ni·m defenda.
Tornada
Reyna d'onor, en loch de capitan
me don a vós e·m ret dins vostra tenda,
ab que·m salvets la vida sens engan,
e, si no u fets, no n'haurets bon·esmenda.
Endressa
Amors, Amors, no vey c·ajats fet tan
de vençre hom vençuts que vos se renda;
mas Jordi·s ret que vos absol lo dan
ffins, com és morts, qu·en algun temps se renda.
Asedio de amor
Todo el poder de Amor veo reunido
para atacarme con su duro asedio;
de nada vale fuerza, ingenio o ciencia;
tal es mi angustia, que evitar no puedo
perder el cuerpo, el alma y las riquezas;
no puedo soportar vida tan dura
ni la vigilia: es carga muy pesada
y será necesario que me rinda.
No hay castillo o ciudad que haya afrontado
un ataque tan duro sin reservas
ni buenas huestes para defenderse:
con tal socorro, su razón impone.
Mas yo, que ofrezco débil resistencia
(sin muralla, torreón, foso ni almena)
y no puedo fiarme de mis huestes,
ved si no estoy en trance de morir.
Mi único arcabuz son mis supiros,
no tengo nada más de que valerme;
mis lamentos, las únicas bombardas
contra la que se empeña en destruirme.
Ya veis la munición con que, en su fuerte,
el corazón se emplea en mi defensa,
mas bien puedo deciros que no espero
huir de este peligro con su fuerza.
Con mis cinco sentidos más flaqueo:
son mis soldados, pero no me auxilian,
porque veo que todos se complacen
en que lo pierda todo, hasta la piel.
Ya veis, pues, si no van a traicionarme:
no me puedo salvar ni en retaguardia,
pues los he visto ya parlamentando
con mi enemigo para que me mate.
Me han traicionado, Dios, mis tristes ojos,
aciagos y envidiosos, al perderme.
Así me han traicionado bien los cinco;
el corazón, voraz, me ha traicionado,
y un dolor tan extremo me han causado,
que ya no sé qué hacer de mi persona.
No puedo más, pues de ahora en adelante
ya no habrá quien me ayude ni defienda.
Tornada
Reina de honor, me rindo, en vuestra tienda
en calidad de capitán me entrego;
perdonadme la vida sin engaño:
perderéis, de no hacerlo, un buen rescate.
Envío
Amor, Amor, no habéis hecho gran cosa
al vencer a un vencido que se os rinde,
pero Jordi os perdona vuestro daño
hasta que, muerto ya, se os restituya.
Comentario y traducción de José María Micó
Otra prueba de que Jordi es el mejor (para mi gusto) de una época de gran calidad literaria que no alcanzo a apreciar del todo, a veces por la temática, a veces por el estilo, a veces... Pero Jordi es diferente. No sé, es como los poetas cantautores que me llegan.
ResponderEliminarEste Jordi era un fenómeno, y no el Jordi actual.
ResponderEliminarSoy fan condicional de Jordi de Sant Jordi, así que...
ResponderEliminarCuál Jordi? Sabatés? Sierra i Fabra? Pujol? Cuál?
ResponderEliminarHacía tiempo que no pasaba por aquí nuestro amigo Jordi (el auténtico, no los otros). Creo que seguirá viniendo, aún le quedan poemas.
ResponderEliminarEfectivamente, uno de los mejores poetas de su tiempo, aunque no olvidemos al Marqués de Santillana, que por cierto era su amigo. Santillana tiene un poema dedicado a Jordi que tal vez habría que poner aquí.
Seguro que sí.
ResponderEliminar