Ojos, herido me habéis,
acabad ya de matarme;
mas, muerto, volvé a mirarme,
porque me resuscitéis.
VOLTAS
Pues me distes tal herida
con gana de darme muerte,
el morir me es dulce suerte,
pues con morir me dais vida.
Ojos ¿qué os detenéis?
Acabad ya de matarme;
mas, muerto, volvé a mirarme,
porque me resuscitéis.
La llaga, cierto, ya es mía,
aunque, ojos, vos no querráis;
mas si la muerte me dais,
el morir me es alegría.
Y así digo que acabéis,
oh ojos, ya de matarme;
mas, muerto, volvé a mirarme,
porque me resuscitéis.
Camões, el mayor lírico portugués, alcanzó la inmortalidad literaria con la epopeya Os Lusíadas. Pero al igual que otros poetas de su tierra, entre ellos Gil Vicente, escribió en castellano varias glosas a versos ajenos o tradicionales, como ésta cuyo tema es el tópico de la mirada esquiva.
Muy bueno, y el cuadro (mejor el pintor) me suena.....
ResponderEliminarUn fenómeno, Pepe.
ResponderEliminarEl Cervantes portugués, más o menos.
ResponderEliminarHa quedado muy "recogidito" el poema con la pintura.
ResponderEliminarA Cervantes hay muy pocos que le lleguen, por no decir nadie, pero vaya...
ResponderEliminar¿A que sí?
ResponderEliminarQué simple escriben los tipos como Camões… o como esos “pocos que le llegan a Cervantes” que ojalá algún día sepamos sus nombres.
ResponderEliminarQué simple, parece simple, lo cual prueba que hacerlo “lo hacen pocos” y no es para nada fácil.
Ya sabemos que la escritura aparentemente simple es la más complicada.
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