viernes, 1 de marzo de 2013
Fábulas/ 2 - El zapatero y el banquero - Jean de La Fontaine - Francia
Le Savetier et le Financier
Un Savetier chantait du matin jusqu'au soir:
C'était merveilles de le voir,
Merveilles de l'ouïr; il faisait des passages,
Plus content qu'aucun des sept sages.
Son voisin au contraire, étant tout cousu d'or,
Chantait peu, dormait moins encor.
C'était un homme de finance.
Si sur le point du jour parfois il sommeillait,
Le Savetier alors en chantant l'éveillait,
Et le Financier se plaignait,
Que les soins de la Providence
N'eussent pas au marché fait vendre le dormir,
Comme le manger et le boire.
En son hôtel il fait venir
Le chanteur, et lui dit: Or çà, sire Grégoire,
Que gagnez-vous par an? - Par an? Ma foi, Monsieur,
Dit avec un ton de rieur,
Le gaillard Savetier, ce n'est point ma manière
De compter de la sorte; et je n'entasse guère
Un jour sur l'autre: il suffit qu'à la fin
J'attrape le bout de l'année:
Chaque jour amène son pain.
- Eh bien que gagnez-vous, dites-moi, par journée?
- Tantôt plus, tantôt moins: le mal est que toujours;
Et sans cela nos gains seraient assez honnêtes,
Le mal est que dans l'an s'entremêlent des jours
Qu'il faut chommer; on nous ruine en Fêtes.
L'une fait tort à l'autre; et Monsieur le Curé
De quelque nouveau Saint charge toujours son prône.
Le Financier riant de sa naïveté
Lui dit: Je vous veux mettre aujourd'hui sur le trône.
Prenez ces cent écus: gardez-les avec soin,
Pour vous en servir au besoin.
Le Savetier crut voir tout l'argent que la terre
Avait depuis plus de cent ans
Produit pour l'usage des gens.
Il retourne chez lui: dans sa cave il enserre
L'argent et sa joie à la fois.
Plus de chant; il perdit la voix
Du moment qu'il gagna ce qui cause nos peines.
Le sommeil quitta son logis,
Il eut pour hôtes les soucis,
Les soupçons, les alarmes vaines.
Tout le jour il avait l'oeil au guet; Et la nuit,
Si quelque chat faisait du bruit,
Le chat prenait l'argent: A la fin le pauvre homme
S'en courut chez celui qu'il ne réveillait plus!
Rendez-moi, lui dit-il, mes chansons et mon somme,
Et reprenez vos cent écus.
El zapatero y el banquero
Desde el alba a la noche
cantaba un zapatero a troche y moche;
y era una maravilla
el verle y el oírle,
el cuero machacando en pobre silla,
contento como aquel que el bien aprecia,
más que los siete sabios de la Grecia.
Su vecino, un banquero,
era al revés, porque cantaba poco,
durmiendo mucho menos que el artista;
y cuando al alba el sueño conciliaba,
la voz del zapatero
en sus cansados ojos lo ahuyentaba;
y un cargo hacía a Dios, que no dispuso
que el sueño se vendiera
como el pan y otras cosas que hay en uso.
Un día al remendón llamó a su casa:
- Vamos a ver -le dijo-: ¿Cuánto ganas al año?
El zapatero, sonriendo sin tasa,
contestó: - Yo, señor, no hago esas cuentas,
que son largas a fe; no acertaría;
me basta que a la noche
haya ganado el pan de cada día.
- ¿Qué es lo que ganas, dime, en la jornada?
- Más o menos, según; hay muchas fiestas
en que es preciso descansar y, al cabo,
son para mi bolsillo muy molestas.
Reíase el banquero
oyendo a su vecino el zapatero,
y sacó de la caja cien ducados,
que le entregó, diciendo:
- Guárdalos con cuidado
para remunerarte lo que pierdas.
Absorto el remendón y entusiasmado,
creyendo que veía
en su poder cuanto la tierra cría,
los soterró en la cueva de su casa,
y soterró también su regocijo,
porque ya no cantaba,
a un afán entregado tan prolijo.
Perdió asimismo el sueño,
descuidando el trabajo
por cuidar del tesoro con empeño;
crecían sus sospechas, sus alarmas;
cualquier rumor nocturno
lo convertía en viles intenciones
de avarientos ladrones;
hasta que al fin, un día,
cogió el oro, diciendo a su vecino:
- Devolvedme, señor, por vida mía,
el alegre sosiego,
a cambio de este oro que os entrego.
Esta zapatero me cae infinitamente mejor que el "difunto" ZP, no me explico la razón.....
ResponderEliminarNo es muy normal, no.
ResponderEliminarPoco nos queda que soterrar de nuestros bienes, que la hacienda bien nos la están administrando viles y crueles banqueros, aunque el sosiego....pardiez que no le perdemos,¡que aunque vengan otros, a robarnos,un buen colchón si tenemos, y con un buen "palu" le arrearemos en sus costillares, hasta "molerlo".
ResponderEliminar"Molelos" a palos había que hacer con algunos, sí. O "arreálos" con una "ijá".
ResponderEliminarQué sabiduría!
ResponderEliminarEsto es intemporal.
ResponderEliminarComo el zapatero de Fontaine.
ResponderEliminarTuvimos uno aquí recién ayer.
Como no nos gustaron sus aperos.
Lo cambiamos por el hijo de un banquero.
Ahora que no tenemos zapatos.
Y nos vemos en la calle con los gatos.
Hay quien echa a faltar al zapatero.
Ja, ja... Muy bueno.
ResponderEliminarDónde se ha visto un banquero que dé dinero a cambio de nada, que además no se ha pedido.
ResponderEliminarRaro raro raro y tiene que haber gato encerrado, como es el caso.
ResponderEliminarEso es lo que han estado haciendo los banqueros en este país durante años, que pedías una hipoteca y te decían, no, ya puestos, llévese 4 kilos más, para que cambie de coche, hombre. Ahora se ha visto por qué lo hacían.
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