Con varios ademanes horrorosos
los montes de parir dieron señales:
consintieron los hombres temerosos
ver nacer los abortos más fatales.
Después que con bramidos espantosos
infundieron pavor a los mortales,
estos montes, que al mundo estremecieron,
un ratoncillo fue lo que parieron.
Hay autores que en voces misteriosas,
estilo fanfarrón y campanudo
nos anuncian ideas portentosas;
pero suele a menudo
ser el gran parto de su pensamiento,
después de tanto ruido, sólo viento.
El nostre amic te lo agradecerá seguro....
ResponderEliminarNo tengo la menor...
ResponderEliminarSe le podía dedicar también una de las más conocidas Greguerías de Gómez de la Serna:
ResponderEliminarIntenté suicidarme y casi me mato.
Sí, esa es muy buena y muy adecuada al caso.
ResponderEliminarQué el viento amaine y no se convierta en huracán, también deseo.
ResponderEliminarEse es un buen deseo que comparto.
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