Mi tío abuelo
Descartes
dijo:
"cogito ergo sum".
Mi tío
cogitabundo Nobel
ingenió sus millones
con dinamita
y encogiéndose de hombros
ofreció el premio
de la paz.
Mi marido y mi hermano
se volaron los sesos
con entusiasmo
y nitroglicerina.
Yo voy cojeando por el tiempo
y me preocupa mi sobrino
despreocupado:
alegrovosamente
les arranca a las viejas
sus carteras
que cambia
por estupor
y lleva una camiseta
que proclama:
Deliro,
luego soy.
¡El gran Bansky!
ResponderEliminarFantástico!
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