A solas, soy alguien.
En la calle, nadie.
A solas, medito,
siento que me crezco.
Le hablo a Dios. Responde,
cóncavo, el silencio.
Pero existe siempre,
firme frente al hueco,
este su seguro
servidor sin miedo.
A solas, soy alguien,
valgo lo que valgo.
En la calle, nadie
vale lo que vale.
En la calle reinan
timbres, truenos, trenes
de anuncios y focos,
de absurdos peleles.
Pasan gabardinas,
pasan hombres "N".
Todos son como uno,
pobres diablos. Gente.
En la calle, nadie
vale lo que vale,
pero a solas, todos
resultamos alguien.
A solas, existo;
a solas parezco
rico de secretos.
En la calle, todos
me hacen más pequeño
y al sumarme a ellos,
la suma da cero.
A solas, soy alguien,
valgo lo que valgo.
En la calle nadie
vale lo que vale.
A solas, soy alguien,
entiendo a los otros.
Lo que existe fuera,
dentro de mí doblo.
En la calle, todos
nos sentimos solos,
nos sentimos nadie,
nos sentimos locos.
A solas, soy alguien.
En la calle, nadie.
Precioso poema.
ResponderEliminar¡Cómo me gusta esa foto!
Pues muchas gracias. En realidad la foto se hizo sola: se juntaron la noche, la niebla, esas luces y la cámara que responde muy bien..., et voilá.
ResponderEliminarSiempre me gustó Celaya .Verdades como puños
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