martes, 31 de agosto de 2010

...La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad - Dionisio Aymará - Venezuela

El grito - Edvard MünchJuro decir la verdad
toda la verdad que conozco
y sólo la verdad cuya lumbre terrible
he palpado
he sentido con toda la piel
y toda la vigilia y el ojo
de mi conciencia más abierto que nunca

Y digo de seguidas
ese día tal vez era como los otros que he vivido
pero llovía tenazmente
llovía
en todas partes
en todo el universo llovía o debía llover
porque el hambre y el odio
y el desamparo y la amenaza
y tantas otras cosas que duelen hasta el fondo
se convocaron para el más funeral
de los ritos
para la más desgarradora
de todas las ceremonias que se han celebrado
a través de los siglos

Y vi un mendigo que tenía la cara
parecida a la nuestra
que tenía llagado el pensamiento
como el nuestro
vi una calle donde otros hombres se confundían
con la niebla y el polvo
según el clima propio del lugar
vi una plaza cubierta de anillos
piedras falsas
palabras también falsas
una plaza cubierta de pequeñas serpientes
aves sacrificadas
baratijas
y botellas colmadas de lejía
y de otras poderosas sustancias
destinadas a carcomer

Allí soplaba un viento
una ceniza
pesada de antigüedad y mercaderes
y numerosos mercaderes
cuyos nombres no vale la pena decir
pues eran tantos como las hojas que se pudren
en los pantanos desde tiempos inmemoriales
eran tantos
son tantos
que podrían abatir
a pesar de su pequeñez todos los puentes
si pasaran unidos pero no se unen porque no son capaces de amor

Digo la verdad
lo que he visto

Ese día se cometió un asesinato
se robaron ovejas para ofrendarlas a quién sabe
qué ídolos
se cometieron otros delitos mayores y menores
y todo porque el hombre tenía demasiada facilidad
para quedarse ciego a su arbitrio
para olvidarse de si mismo
de su desnudo semejante
todo porque el hombre olvidaba
con demasiada facilidad
la sangre los incendios las grandes devastaciones
que ocasionaron sus pasiones sus manos
a lo largo de millares y millares de años

Y yo he visto con estos ojos míos con esta
mirada mía que apagará por fin la tierra
todo lo que hago constar
lo que he presenciado desde mi ser
llagado de impotencia
desde el abismo de mi más absoluta desesperación

Los automóviles
ruedan velozmente por calles
y avenidas nocturnas
y casi interminables desoladoras autopistas
y hay en la noche trasatlántico y gigantescos edificios
que parecen zozobrar y cohetes que giran
en el espacio y están todos
llenos de piel humana y corazón también humano y
esperanza y angustia y otra vez
y millones de veces
esperanza y angustia

Y mientras todo gira
todo se mueve como los astros las hormigas
la sangre
aquí una mano se prepara en la sombra
para herir aquí mismo
precisamente en este planeta
y se consuma
la nueva degollación
de los inermes de los últimos inocentes de este tiempo

Yo he visto cómo bailan el twist
en los festines más amargos
los jóvenes que invalidan la noche
con el ruido de los motores
yo les he comprendido
los he visto desorientados y sin prójimo

Muchachas que pudieran amar
acechan desde sus sitios más oscuros
muchachas que pudieran ser
como las damas que en el fondo
de insultantes mansiones
se horrorizan de la prostitución
y no saben
y no quieren saber que detrás de los rostros
bellas fachadas muros dignos
detrás de toda piel
de toda superficie arde un incendio
arden unas imágenes a menudo inconfesables

Repito que juro decir la verdad
toda la verdad que me quema los ojos
y sólo la verdad cuyo terrible resplandor
cuchillo de relámpagos
me hiere como un
largo dolor por dentro

Vi una mano crispada vi los brazos
de un hombre golpeado de pronto por toda su soledad
por todo
el horror de este mundo
y fui testigo de su lucha y su
agonía solísima
(Yo nada pude hacer porque uno se muere a pesar
de las palabras que nos llaman
para que no nos alejemos
nada pude
la gente pasa pero allí donde uno
se enfrenta con su propio destino
sólo uno tal vez sabe morir como es debido)

Fui testigo del hambre y del espanto que alargaba
los rostros
hasta no ser sino gritos de humo
ramalazos de odio
y vi con estos ojos que serán pábulo de la tierra
toda la angustia la amenaza y el miedo
que hoy se disputan el dominio del hombre

Todo esto lo ha presenciado
lo ha visto este testigo
imparcial y veraz que soy que he sido
Todos estos y otros muchos delitos menores y mayores
los puede ver
en lugar cualquiera del mundo
a cualquier hora un hombre
un ser cualquiera de este tiempo
De El testigo - 1966
Dionisio Aymará

viernes, 27 de agosto de 2010

Beatus ille/ 3 - Locus amoenus/ 2 - Oda a la vida retirada - Fray Luis de León - España

Aula de Fray Luis de León en la Universidad de Salamanca
Siguiendo con el asunto que nos ocupa últimamente, no podíamos dejar de incluir aquí el conocidísimo poema de Fray Luis, prodigio de la lírica española.

¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!

Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado.

No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?

¡Oh campo, oh monte, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.

Y como codiciosa
de ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.

Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo,
y con diversas flores va esparciendo.

El aire del huerto orea,
y ofrece mil olores al sentido,
los árboles menea
con un manso ruïdo,
que del oro y del cetro pone olvido.

Ténganse su tesoro
los que de un falso leño se confían:
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.

La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.

A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.

Y mientras miserablemente
se están los otros abrasando
en sed insaciable
del no durable mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.

A la sombra tendido
de yedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.

martes, 24 de agosto de 2010

Beatus ille/2 - Fragmento de Menosprecio de corte y alabanza de aldea - Fray Antonio de Guevara - España

Vida campestre - John Constable
Enlazando con la entrada anterior dedicada a Marcial, damos aquí el último capítulo de Menosprecio de corte y alabanza de aldea, de Fray Antonio de Guevara. Disfruten de este extraordinario castellano, inigualable hasta la llegada de Cervantes.

Capítulo XX
De cómo el autor se despide del mundo con muy delicadas palabras. Es capítulo muy notable.

Quédate adiós, mundo, pues no hay que fiar de ti ni tiempo para gozar de ti; porque en tu casa, ¡oh, mundo!, lo pasado ya pasó, lo presente entre las manos se pasa, lo por venir aún no comienza, lo más firme ello se cae, lo más recio muy presto quiebra y aun lo más perpetuo luego fenece; por manera que eres más difunto que un difunto y que en cien años de vida no nos dejas vivir una hora.

Quédate adiós, mundo, pues prendes y no sueltas, atas y no aflojas, lastimas y no consuelas, robas y no restituyes, alteras y no pacificas, deshonras y no halagas, acusas sin que haya quejas y sentencias sin oír partes; por manera que en tu casa, ¡oh, mundo!, nos matan sin sentenciar y nos entierran sin nos morir.

Quédate adiós, mundo, pues en ti ni cabe ti no hay gozo sin sobresalto, no hay paz sin discordia, no hay amor sin sospecha, no hay reposo sin miedo, no hay abundancia sin falta, no hay honra sin mácula, no hay hacienda sin conciencia, ni aun hay estado sin queja, ni amistad sin malicia.

Quédate adiós, mundo, pues en tu palacio prometen para no dar, sirven a no pagar, convidan para engañar, trabajan para no descansar, halagan para matar, subliman para abatir, ríen para morder, ayudan para derrocar, toman para no dar, prestan a luego tornar, y aun honran para infamar y castigan sin perdonar.

Quédate adiós, mundo, pues en tu casa abaten a los privados y subliman a los abatidos, pagan a los traidores y arrinconan a los leales, honran a los infames e infaman a los famosos, alborotan a los pacíficos y dan rienda a los bulliciosos, saquean a los que no tienen y dan más a los que tienen, libran al malicioso y condenan al inocente, despiden al más sabio y dan salario al que es más necio, confíanse de los simples y recátanse de los avisados; finalmente, allí hacen todos todo lo que quieren y muy pocos lo que deben.

Quédate adiós, mundo, pues en tu palacio a nadie llaman por su nombre propio; porque al temerario llaman esforzado; al cobarde, recogido; al importuno, diligente; al descuidado, pacífico; al pródigo, magnánimo; al escaso, modesto; al hablador, elocuente; al necio, callado; al disoluto, enamorado; al honesto, frío; al entremetido, cortesano; al vindicativo, honroso; al apocado, sufrido; y al malicioso, simple; y al simple, necio; por manera que nos vendes, ¡oh, mundo!, el envés por revés y el revés por envés.

Quédate adiós, mundo, pues traes a todo el mundo engañado, es a saber: que a los ambiciosos prometes honras; a los inquietos, mudanzas; a los malignos, privanzas; a los flojos, oficios; a los codiciosos, tesoros; a los voraces, regalos; a los carnales, deleites; a los enemigos, venganzas; a los ladrones, secreto; a los viejos, reposo; a los mancebos, tiempo; y aun a los privados, seguro.

Quédate adiós, mundo, pues en tu palacio ni saben guardar verdad ni mantener fidelidad; porque a unos traes desvelados, a otros amodorridos, a otros atónitos, a otros embobecidos, a otros desatinados, a otros descaminados, a otros desesperados, a otros pensativos, a otros alterados, a otros abobados, a otros afrentados y a todos juntos asombrados.

Quédate adiós, mundo, pues en tu compañía el que acierta va más perdido, el que te halla es peor librado, el que te habla es más afrentado, el que te sigue va más descaminado, el que te sirve es peor pagado, el que te ama es peor tratado, el que te contenta va más descontento, el que te halaga es más lastimado, el que más priva es más desprivado, y el que en ti fía es más engañado.

Quédate adiós, mundo, pues para contigo ni aprovecha dones que te den, servicios que te hagan, lisonjas que te digan, regalos que te prometan, caminos que te sigan, fidelidad que te guarden, ni aun amistad que te tengan.

Quédate adiós, mundo, pues en tu palacio a todos engañas, a todos derruecas, a todos infamas, a todos acoceas, a todos castigas, a todos lastimas, a todos atropellas, a todos amenazas, a todos enriscas, a todos despeñas, a todos enlodas, a todos acabas y aun a todos olvidas.

Quédate adiós, mundo, pues en tu compañía todos lamentan, todos suspiran, todos sollozan, todos gritan, todos lloran, todos se quejan, todos se mesan y aun todos se acaban.

Quédate adiós, mundo, pues en tu casa no aprendemos sino a aborrecer hasta matar, hablar hasta mentir, amar hasta desesperar, comer hasta regoldar, beber hasta revesar, tratar hasta robar, recuestar hasta engañar, porfiar hasta reñir y aun pecar hasta morir.

Quédate adiós, mundo, pues andando en pos de ti, la infancia se nos pasa en olvido, la puericia en experiencias, la juventud en vicios, la viril edad en cuidados, la senectud en quejas y aun el tiempo en vanas esperanzas.

Quédate adiós, mundo, pues de tu palacio sale la cabeza cargada de canas, los ojos de legañas, las orejas de sordedad, las narices de reuma, la frente de arrugas, los pies de gota, los muslos de ciática, el estómago de humores, el cuerpo de dolores y aun el corazón de cuidados.

Quédate adiós, mundo, pues en tu palacio ninguno quiere ser bueno, lo cual parece muy claro en que cada día empozan traidores, arrastran salteadores, degüellan homicianos, queman herejes, quintan a perjuros, destierran a bulliciosos, enmordazan a blasfemos, enclavan a traviesos, ahorcan a ladrones y aun cuartean a falsarios.

Quédate adiós, mundo, pues tus criados no tienen otro pasatiempo sino ruar calles, mofar de los compañeros, recuestar damas, enviar recaudos, engañar a muchas vírgenes, ojear ventanas, escribir cartas, tratar con las alcahuetas, jugar a los dados, relatar vidas de prójimos, pleitear con los vecinos, contar nuevas, fingir mentiras, buscar regalos e inventar vicios nuevos.

Quédate adiós, mundo, pues que en tu casa a ninguno veo contento; porque si es pobre, querría tener; si es rico, querría valer; si es abatido, querría subir; si es olvidado, querría medrar; si es flaco, querría poder; si es injuriado, querríase vengar; si es privado, querría permanecer; si es ambicioso, querría mandar; si es codicioso, querríase extender; y si es vicioso, querríase holgar.

Quédate adiós, mundo, pues en ti no hay cosa fija ni segura, porque a los homenajes hienden los rayos, a los molinos llevan las crecientes, a los ganados daña la roña, a los árboles come el coco, a los panes tala la langosta, a las viñas taza el pulgón, a la madera desentraña la carcoma, a las colmenas yerman los zánganos y aun a los hombres matan los enojos.

Quédate adiós, mundo, pues no hay en tu palacio quien quiera bien a otro, porque la onza pelea con el león, el rinoceronte pelea con el cocodrilo, el águila con el avestruz, el elefante con el minotauro, el jerifalte con la garza, el sacre con el milano, el oso con el toro, el lobo con la yegua, el cuclillo con el picazo, el hombre con el hombre y todos juntos con la muerte.

Quédate adiós, mundo, pues en tu casa no hay cosa que no nos dé pena, porque la tierra se nos abre, el agua nos ahoga, el fuego nos quema, el aire nos destempla, el invierno nos arrincona, el verano nos congoja, los canes nos muerden, los gatos nos arañan, las arañas nos emponzoñan, los mosquitos nos pican, las moscas nos importunan, las pulgas nos despiertan, las chinches nos enojan y, sobre todo, los cuidados nos desvelan.

Quédate adiós, mundo, pues por tu tierra ninguno puede andar seguro, porque a cada paso se topan piedras a do tropiecen, puentes de do caigan, arroyos a do se ahoguen, cuestas a do se cansen, truenos que nos espanten, ladrones que nos despojen, compañías que nos burlen, nieves que nos detengan, rayos que nos maten, lodos que nos ensucien, portazgos que nos cohechan, mesoneros que nos engañan y aun venteros que nos roben.

Quédate adiós, mundo, pues en tu casa, si no hay hombre contento, tampoco le hay sano; porque unos tienen bubas; otros, sarna; otros, tiña; otros, cáncer; otros, gota; otros, ciática; otros, piedra; otros, ijada; otros, cuartana; otros, pleuresía; otros, asma; y aun otros, locura.

Quédate adiós, mundo, pues en tu palacio ninguno hace lo que otro hace, porque si uno canta, otro cabe él llora; si uno ríe, otro cabe él suspira; si uno come, otro cabe él ayuna; si uno duerme, otro cabe él vela; si uno habla, otro cabe él calla; si uno pasea, otro cabe él huelga; si uno juega, otro cabe él mira; y aun si uno nace, otro a pared y medio muere.

Quédate adiós, mundo, pues no hay criado en tu palacio que no sea de algún defecto notado, porque si es alto, declina a giboso; si tiene buen rostro, es en los ojos bizco; si tiene buena frente, es angosto de sienes; si tiene buena boca, fáltanle los dientes; si tiene buenas manos, tiene malos cabellos; si tiene buena voz, habla algo gangoso; si es suelto, es también sordo; si es recio, es algo cojo; y aun si es bermejo, no escapa de malicioso.

Quédate adiós, mundo, pues en tu palacio ninguno vive de lo que otro, porque unos siguen la corte, otros navegan la mar, otros andan en ferias, otros aran los campos, otros pescan los ríos, otros sirven señores, otros andan caminos, otros aprenden oficios, otros gobiernan reinos y aun otros roban los pueblos.

Quédate adiós, mundo, pues en tu casa ni son conformes en el vivir, ni tampoco en el morir, porque unos mueren niños, otros mozos, otros viejos, otros ahorcados, otros ahogados, otros cuarteados, otros despeñados, otros hambrientos, otros ahítos, otros hablando, otros durmiendo, otros apercibidos, otros descuidados, otros alanceados y aun otros intoxicados.

Quédate adiós, mundo, pues en tu palacio ni se parecen en la condición ni menos en la conversación, porque si uno es sabio, otro es necio; si uno agudo, otro es torpe; si uno hábil, otro es rudo; si uno animoso, otro cobarde; si uno callado, otro boquirroto; si uno sufrido, otro bullicioso, y aun si uno es cuerdo, otro es loco.

Quédate adiós, mundo, pues no hay quien contigo pueda vivir y menos se apoderar, porque si como poco, estoy flaco; y si mucho, ando hinchado; si camino, cánsome; si estoy quedo, entorpézcome; si doy poco, llámanme escaso; y si mucho, pródigo; si estoy solo, asómbrome; y si acompañado, importúnome; si visito a menudo, tómanlo a importunidad; y si de tarde en tarde, a presunción; si sufro injurias, dicen que es poquedad; y si las vengo, que es crueldad; si tengo amigos, importúnanme; y si enemigos, persíguenme; si estoy siempre en un lugar, siento hastío; y si me mudo a otro, enójome; finalmente digo que lo que aborrezco me hacen tomar y lo que amo no puedo alcanzar.

¡Oh, mundo inmundo!, yo que fui mundano conjuro a ti, mundo, requiero a ti, mundo, ruego a ti, mundo, y protesto contra ti, mundo, no tengas ya más parte en mí; pues yo no quiero ya nada de ti ni quiero más esperar en ti, pues sabes tú mi determinación, y es que:

Posui finem curis;
spes et fortuna, valete.

***

Aquí se acaba el libro llamado Menosprecio de corte y alabanza de aldea, compuesto por el ilustre señor don Antonio de Guevara, Obispo de Mondoñedo, Predicador y Cronista y del Consejo de Su Majestad, en el cual se tocan muchas y muy buenas doctrinas para los hombres que aman el reposo de sus casas y aborrecen el bullicio de las cortes. Fue impreso en la muy leal y muy noble villa de Valladolid por industria del honrado varón impresor de libros Juan de Villaquirán, a dieciocho de junio. Año de mil y quinientos y treinta y nueve.

sábado, 21 de agosto de 2010

Beatus ille/1 - Dum tu forsitan inquietus erras... - Marco Valerio Marcial - Hispania

Escena agrícola en un mosaico romano
Dum tu forsitan inquietus erras
calmosa, Juvenalis, in Suburra*
aut collem dominae teris Dianae;
dum per limina te potentiorum
sudatrix toga ventilat vagumque
maior Caelius et minor fatigant:
me multos repetita post Decembres
accepit mea rusticumque fecit
auro Bilbilis et superba ferro.
Hic pigri colimus labore dulci
Boterdum Plateamque –Celtiberis
haec sunt nomina crassiora terris-:
ingente fruor improboque somno
quem nec tertia saepe rumpit hora,
et totum mihi nunc repono quidquid
ter denos vigilaveram per annos.
Ignota est toga, sed datur petenti
rupta proxima vestis a cathedra.
Surgentem focus excipit superba
vicini strue cultus iliceti,
multa vilica quem coronat olla.
Venator sequitur, sed ille quem tu
secreta cupias habere silva;
dispensat pueris rogatque longos
levis ponere vilicus capillos.
Sic me vivere, sic iuvat perire.
__________________________

Mientras tú, Juvenal, te abres paso agitado,
entre los ruidos mil de la Suburra*,
o mientras subes hacia el Aventino;
mientras por los umbrales de los poderosos
ondea al aire tu toga sudada,
y fatigado vas y vienes
por el Celio mayor y el menor,
mi Bilbilis –a donde he vuelto-,
tierra soberbia por sus minas
de oro y de hierro,
tras muchos años me ha recuperado,
y ella me ha convertido en campesino.
Aquí, tranquilo, sin más esfuerzo que el que dicta mi pereza,
me recreo por Boterdo y por Platea,
-estos son nombres rudos de tierras celtíberas-,
gozo horas de sueño profundo
y reparador que no interrumpe,
a veces, ni la hora tercia
y, así, recupero lo que en treinta años
no pude dormir.
Ni me acuerdo de la toga; cuando la pido,
me alcanzan una túnica que tengo cerca,
sobre una silla desvencijada.
El fuego, cuando me levanto,
ya me espera con un montón de leña
del encinar cercano, y con corona de ollas
que puso la granjera;
acude un cazador que tú querrías
encontrarte en la apartada selva;
un granjero imberbe
reparte las raciones a los siervos,
y les ruega
que hagan cortar
la larga cabellera.
Así quiero vivir y así morir.

* La Suburra (De suburbium, fuera de la urbs) era el barrio más bajo y popular de la ciudad de Roma. Aquí se encontraban las peores tascas y tabernas de la ciudad, y en él tenían cabida todo tipo de delitos. Un poco como Harlem en Nueva York.

Traducción del latín de Esperanza Ducay para la edición de los Epigramas de Marcial, de Guara Editorial (1986)

Desde que existe la civilización, tanto en Oriente como en Occidente, los poetas nunca han dejado de cantar las excelencias de la vida retirada y sencilla y el disfrute de las cosas simples y cotidianas, lejos de los apremios de la ciudad: lo que el cántabro de Treceño Fray Antonio de Guevara (1480-1545) llamaba Menosprecio de corte y alabanza de aldea.

El hispano-romano Marco Valerio Marcial, paradigma de poeta satírico y desengañado, dedicó este poema a su colega Juvenal cuando, después de vivir largos años en Roma, se retiró a su tierra natal de Bilbilis, actual Calatayud.

jueves, 19 de agosto de 2010

Literatura satírica y burlesca/2 - Burla del ideal amoroso - Francisco de Quevedo - España

Dos mujeres en la ventana - Bartolomé Esteban MurilloSol os llamó mi lengua pecadora,
y desmintióme a boca llena el cielo;
luz os dije que dábades al suelo,
y opúsose un candil, que alumbra y llora.

Tan creído tuvisteis ser aurora,
que amanecer quisisteis con desvelo;
en vos llamé rubí lo que mi abuelo
llamara labio y jeta comedora.

Codicia os puse de vender los dientes,
diciendo que eran perlas; por ser bellos,
llamé los rizos minas de oro ardientes.

Pero si fueran oro los cabellos,
calvo su casco fuera, y diligentes
mis dedos los pelaran por vendellos.

sábado, 14 de agosto de 2010

Fábula de Joan Miró - Octavio Paz - México

Nocturno - Joan MiróEl azul estaba inmovilizado entre el rojo y el negro.
El viento iba y venía por la página del llano,
encendía pequeñas fogatas, se revolcaba en la ceniza,
salía con la cara tiznada gritando por las esquinas,
el viento iba y venía abriendo y cerrando puertas y ventanas,
iba y venía por los crepusculares corredores del cráneo,
el viento con mala letra y las manos manchadas de tinta
escribía y borraba lo que había escrito sobre la pared del día.
El sol no era sino el presentimiento del color amarillo,
una insinuación de plumas, el grito futuro del gallo.
La nieve se había extraviado, el mar había perdido el habla,
era un rumor errante, unas vocales en busca de una palabra.

El azul estaba inmovilizado, nadie lo miraba, nadie lo oía:
el rojo era un ciego, el negro un sordomudo.
El viento iba y venía preguntando ¿por dónde anda Joan Miró?
Estaba ahí desde el principio pero el viento no lo veía:
inmovilizado entre el azul y el rojo, el negro y el amarillo,
Miró era una mirada transparente, una mirada de siete manos.
Siete manos en forma de orejas para oír a los siete colores,
siete manos en forma de pies para subir los siete escalones del arco iris,
siete manos en forma de raíces para estar en todas partes y a la vez en Barcelona.

Miró era una mirada de siete manos.
Con la primera mano golpeaba el tambor de la luna,
con la segunda sembraba pájaros en el jardín del viento,
con la tercera agitaba el cubilete de las constelaciones,
con la cuarta escribía la leyenda de los siglos de los caracoles,
con la quinta plantaba islas en el pecho del verde,
con la sexta hacía una mujer mezclando noche y agua, música y electricidad,
con la séptima borraba todo lo que había hecho y comenzaba de nuevo.

El rojo abrió los ojos, el negro dijo algo incomprensible y el azul se levantó.
Ninguno de los tres podía creer lo que veía:
¿eran ocho gavilanes o eran ocho paraguas?
Los ocho abrieron las alas, se echaron a volar y desaparecieron por un vidrio roto.

Miró empezó a quemar sus telas.
Ardían los leones y las arañas, las mujeres y las estrellas,
el cielo se pobló de triángulos, esferas, discos, hexaedros en llamas,
el fuego consumió enteramente a la granjera planetaria plantada en el centro del espacio,
del montón de cenizas brotaron mariposas, peces voladores, roncos fonógrafos,
pero entre los agujeros de los cuadros chamuscados
volvían el espacio azul y la raya de la golondrina, el follaje de nubes y el bastón florido:
era la primavera que insistía, insistía con ademanes verdes.
Ante tanta obstinación luminosa Miró se rascó la cabeza con su quinta mano,
murmurando para sí mismo: Trabajo como un jardinero.

¿Jardín de piedras o de barcas? ¿Jardín de poleas o de bailarinas?
El azul, el negro y el rojo corrían por los prados,
las estrellas andaban desnudas pero las friolentas colinas se habían metido debajo de las sábanas,
había volcanes portátiles y fuegos de artificio a domicilio.
Las dos señoritas que guardan la entrada a la puerta de las percepciones,
Geometría y Perspectiva,
se habían ido a tomar el fresco del brazo de Miró, cantando
Une étoile caresse le sein d’une négresse.

El viento dio la vuelta a la página del llano, alzó la cara y dijo, ¿Pero dónde anda Joan Miró?
Estaba ahí desde el principio y el viento no lo veía:
Miró era una mirada transparente por donde entraban y salían atareados abecedarios.

No eran letras las que entraban y salían por los túneles del ojo:
eran cosas vivas que se juntaban y se dividían, se abrazaban y se mordían y se dispersaban,
corrían por toda la página en hileras animadas y multicolores, tenían cuernos y rabos,
unas estaban cubiertas de escamas, otras de plumas, otras andaban en cueros,
y las palabras que formaban eran palpables, audibles y comestibles pero impronunciables:
no eran letras sino sensaciones, no eran sensaciones sino Transfiguraciones.

¿Y todo esto para qué? Para trazar una línea en la celda de un solitario,
para iluminar con un girasol la cabeza de luna del campesino,
para recibir a la noche que viene con personajes azules y pájaros de fiesta,
para saludar a la muerte con una salva de geranios,
para decirle buenos días al día que llega sin jamás preguntarle de dónde viene y adónde va,
para recordar que la cascada es una muchacha que baja las escaleras muerta de risa,
para ver al sol y a sus planetas meciéndose en el trapecio del horizontes,
para aprender a mirar y para que las cosas nos miren y entren y salgan por nuestras miradas,
abecedarios vivientes que echan raíces, suben, florecen, estallan, vuelan, se disipan, caen.

Las miradas son semillas, mirar es sembrar, Miró trabaja como un jardinero
y con sus siete manos traza incansable —círculo y rabo, ¡oh! y ¡ah!—
la gran exclamación con que todos los días comienza el mundo.

martes, 10 de agosto de 2010

Retrato do poeta quando jovem - José Saramago - Portugal

Sin título - Luis Rojas QuijadaHá na memória um rio onde navegam
Os barcos da infância, em arcadas
De ramos inquietos que despregam
Sobre as águas as folhas recurvadas.

Há um bater de remos compassado
No silêncio da lisa madrugada,
Ondas brancas se afastam para o lado
Com o rumor da seda amarrotada.

Há um nascer do sol no sítio exacto,
À hora que mais conta duma vida,
Um acordar dos olhos e do tacto,
Um ansiar de sede inextinguida.

Há um retrato de água e de quebranto
Que do fundo rompeu desta memória,
E tudo quanto é rio abre no canto
Que conta do retrato a velha história.
***
Hay en la memoria un río donde navegan
los barcos de la infancia, por arcadas
de ramas inquietas que despegan
sobre las aguas las hojas curvadas.

Hay un golpear de remos acompasado
en el silencio de la tersa madrugada,
olas blancas se hacen a un lado
con el rumor de la seda arrugada.

Hay un nacer del sol en el sitio exacto,
en el momento que más cuenta de una vida,
un despertar de los ojos y del tacto,
un ansiar de sed no abolida.

Hay un retrato de agua y de quebranto
que irrumpe del fondo de esta memoria,
y todo lo que es río abre en el canto
que cuenta del retrato una vieja historia.

jueves, 5 de agosto de 2010

Poetas de al-Andalus/Sefarad/ 6 - Cantos ladinos - La galana i la mar - Anónimo - Mor Karbasi - Sepharad - Israel

El ladino, judeoespañol, djudeo-español o djudezmo, es la lengua hablada por los sefardíes, judíos expulsados de España (Sefarad o Sepharad) por los Reyes Católicos el 31 de Julio de 1492 en aplicación del Edicto de la Alhambra o Edicto de Granada.
Aunque derivado directamente del castellano, el ladino es también una mezcla de las lenguas habladas en la Península Ibérica y las posesiones aragonesas del Mediterráneo a finales del siglo XV: catalán, gallego, aragonés, portugués, italiano y provenzal.
De los 300.000 descendientes directos de judíos españoles, hablan hoy ladino unos 150.000.

Varias editoriales españolas editan actualmente libros escritos en ladino. Así, En tierras ajenas yo me vo murir, de Gad Nasí, Los dos mellizos, novela sefardí publicada por primera vez a finales del siglo XIX o Crónicas de los Reyes Otomanos de Moshé Almosnino, primera publicación en lengua judeoespañola.

El judeoespañol se ha escrito tradicionalmente en caracteres hebraicos. En la actualidad, se escribe comúnmente en alfabeto latino.


La espozica está n'el baño,
vestida de colorado,
Échate a la mar, échate a la mar y alcánçalo,
échate a la mar.

Sí, a la mar yo bien m'echava,
si la suegra licencia me dara,
Échate a la mar, échate a la mar y alcánçalo,
échate a la mar.

Ya salió de la mar la galana,
con un vestido de silma blanca.
Échate a la mar, échate a la mar y alcánçalo,
échate a la mar.

Entre la mar i el río,
vestida de amariyo.
Échate a la mar, échate a la mar y alcánçalo,
échate a la mar.

Entre la mar i l'arena,
cresió un árvol de canela.
Échate a la mar, échate a la mar y alcánçalo,
échate a la mar.


Hay una variante (o tal vez continuación) de esta coplilla tradicional en el CD Al Andaluz Project, Deus et Diabolus, Alemania:

Ya salió de la mar la galana
ya salió de la mar.

La novia se viste de amarillo,
ya se fue con su marido.
La novia se viste de colorado
ya se fue con su velado*.

Ya salió de la mar la galana
ya salió de la mar

Entre el año y salga el mes
como esta novia, blanca es.
Entre el mes y salga el día,
como esta novia, vendrá parida.

Ya salió de la mar la galana
ya salió de la mar

Esta palomita de buen linaje:
¿Cómo vos la diera su señor padre?
¿Cómo vos la dieran los sus hermanos?
Andando y añidiendo en los ducados.

Ya salió de la mar la galana
ya salió de la mar

Ya salió de la mar la galana
con un vestido
al* y blanco
Ya salió de la mar.

Entre la mar y el rio,
mos creció un arbol de bimbrillo*.
Ya salió de la mar.

Entre la mar y la arena,
mos creció un arbol de canela.
Ya salió de la mar.

* velado - marido
* al - de color rosa
* bimbrillo - membrillo
La canela y el bimbrillo son símbolos sexuales.

domingo, 1 de agosto de 2010

Insomnio - Luis Alberto de Cuenca - España

Sin título - René MagritteLa vida dura demasiado poco.
No da tiempo a hacer nada. No hay manera
de reunir los suficientes días
para enterarte de algo. Te levantas,
abrazas a tu novia, desayunas,
trabajas, comes, duermes, vas al cine,
y ni siquiera tienes un momento
para leer a Séneca y creerte
que todo tiene arreglo en este mundo.
La vida es un instante. No me explico
por qué esta noche no se acaba nunca.