Sol os llamó mi lengua pecadora,
y desmintióme a boca llena el cielo;
luz os dije que dábades al suelo,
y opúsose un candil, que alumbra y llora.
Tan creído tuvisteis ser aurora,
que amanecer quisisteis con desvelo;
en vos llamé rubí lo que mi abuelo
llamara labio y jeta comedora.
Codicia os puse de vender los dientes,
diciendo que eran perlas; por ser bellos,
llamé los rizos minas de oro ardientes.
Pero si fueran oro los cabellos,
calvo su casco fuera, y diligentes
mis dedos los pelaran por vendellos.
El ingenio de Quevedo era inmenso.
ResponderEliminarY su manejo del idioma impresionante.
ResponderEliminarIngenio, ironía, inteligente pluma y una forma inigualable de utilizar la palabra para enfatizar, criticar, amar e incluso despreciar. Fue un maestro y lo sigue siendo, uno de los más grandes.
ResponderEliminarEn este poema, desde luego, mordaz.
ResponderEliminarQué bien elegida la ilustración, Juan.
Ayer pensé, Juan, que tan terrible ataque debía ser causado por un gran dolor oculto tras su máscara de hombre inteligente, despectivo y mordaz. Dolor que cualquier mujer leería, como yo, en este poema. Por supuesto que algunas, como las de la ilustración, se reirían de ello. Sin embargo a mí me causó una gran pena y me despertó una inmensa ternura.
ResponderEliminarLe imaginaba, con su deformidad, solo, sin amor, ansiandolo y sin capacidad de conseguirlo.
Acabo de leer en Wikipedia, que frecuentaba prostíbulos, que su forzado matrimonio en la cincuentena duró a penas tres meses... y que "La poesía amorosa de Quevedo, considerada la más importante del Siglo XVII, es la producción más paradójica del autor: misántropo y misógino, fue, sin embargo, el gran cantor del amor y de la mujer. Escribió numerosos poemas amorosos (se conservan más de doscientos), dedicados a varios nombres de mujer: Flora, Lisi, Jacinta, Filis, Aminta, Dora. Consideró el amor como un ideal inalcanzable, una lucha de contrarios, una paradoja dolorida y dolorosa, en donde el placer queda descartado".
No sé qué habrá de verdad, pero veo que mi intuición de anoche no anduvo errada.