¿Cómo, entonces,
salir de aquí? ¿Intentar la aventura
de salir de este tiempo
de desolación?
El verde claro
que nos trae la alegría y la esperanza, no como el del musgo o el de las botellas,
llenos de incertidumbre y de sollozos, o el verde ya oxidado
del tiempo; ni tan siquiera el de la manzana o el del oleaje
porque no tienen ojos ni cintura. Ni los verdes del puerto, porque están en silencio; ni
aquellos
que nos dicen adiós desde las estaciones o desde la ventana.
Ni el de los cuarteles o el de las casullas
porque jamás dan flor. Yo digo el verde de la infancia
que no nos deja solos nunca, y vive y sueña
y morirá con nosotros; o el de ese vestido
que lo levanta el aire a nuestro paso, y nos mira y acepta desde
su inocencia infantil; no el de ese otro
que anda desde la amanecida en bata
y nos ve con recelo; ni ese que está siempre
con los ojos en blanco; ni el que se santigua
porque no tiene fe.
Yo hablo del verde que está solo
y que es aventura, del verde de los mares
porque no tiene rumbo, del que nace en los sueños
porque no nos olvida.
Hablo del verde
que nos mira a los ojos
y jamás siente miedo.
Zurbarán lo pintaba
con racimos de uvas y en mesas florecientes. Yo lo recojo ahora
del juego de esos niños que están ahí, en las sombras,
cerca de casa. Toco ese verde
que se encoge de hombros
porque es inocente, y sus pechos me miran
ligeros como gestos, tiemblan
de amor bajo las estrellas.
"¿Cómo, entonces,
ResponderEliminarsalir de aquí? ¿Intentar la aventura
de salir de este tiempo
de desolación?
El verde claro
que nos trae la alegría y la esperanza".
La delicadeza de la rosa sobre el platillo de la taza.
Definir los colores por las sensaciones que nos producen es encender la luz a la vida, que sin esos matices sensibles nos obligaria a pensar en vivir en blanco o negro.
ResponderEliminarNos ha encantado, no conocíamos a Jesús Jiménez, así que gracias por mostrarnos como es su obra.
Un abrazo.