martes, 29 de noviembre de 2016

Fragmentos de Illuminations - Arthur Rimbaud - Francia


Enfance

III

     Au bois il y a un oiseau, son chant vous arrête et vous fait rougir.
     Il y a une horloge qui ne sonne pas.
     Il y a une fondrière avec un nid de bêtes blanches.
     Il y a une cathédrale qui descend et un lac qui monte.
     Il y a une petite voiture abandonnée dans le taillis, ou qui descend le sentier en courant, enrubannée.
     Il y a une troupe de petits comédiens en costumes, aperçus sur la route à travers la lisière du bois.
     Il y a enfin, quand l'on a faim et soif, quelqu'un qui vous chasse.


IV

     Je suis le saint, en prière sur la terrasse,  comme les bêtes pacifiques paissent jusqu'à la mer de Palestine.
     Je suis le savant au fauteuil sombre. Les branches et la pluie se jettent à la croisée de la bibliothèque.
     Je suis le piéton de la grand'route par les bois nains ; la rumeur des écluses couvre mes pas. Je vois longtemps la mélancolique lessive d'or du couchant.
     Je serais bien l'enfant abandonné sur la jetée partie à la haute mer, le petit valet, suivant l'allée dont le front touche le ciel.
     Les sentiers sont âpres. Les monticules se couvrent de genêts. L'air est immobile. Que les oiseaux et les sources sont loin ! Ce ne peut être que la fin du monde, en avançant.

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Infancia

III

     En el bosque hay un pájaro, su canto os detiene y sonroja.
     Hay un reloj que no suena.
     Hay un hondonada con un nido de bestias blancas.
     Hay una catedral que desciende y un lago que sube.
     Hay un cochecito abandonado en el soto, o que desciende por el sendero corriendo, engalanado.
     Hay una compañía de pequeños cómicos disfrazados, que se adivinan en la carretera más allá de las lindes del bosque.
     Hay, en fin, cuando tenéis hambre y sed, alguien que os echa.


IV

     Soy el santo que reza en la terraza, al igual que los pacíficos animales pastan hasta el mar de Palestina.
     Soy el sabio en el sillón sombrío. Las ramas y la lluvia golpean la ventana de la biblioteca.
     Soy el viandante del camino real de los bosques menudos; el rumor de las esclusas cubre mis pasos. Veo durante mucho rato la melancólica colada dorada del poniente.
     Podría ser el niño abandonado en la escollera que partió para alta mar, el pequeño criado siguiendo la avenida, cuya frente toca el cielo.
     Los senderos son ásperos. Los montículos se cubren de retama. El aire está inmóvil. ¡Cuán lejos están los pájaros y las fuentes! Avanzando, sólo puede haber el fin del mundo.
Traducción de J. F. Vidal-Jover

2 comentarios:

  1. Una vez más Antonio Lucas. Otro artículo para agradecerle. Ahora sobre EL poeta, para mí, de voz múltiple cuya poesía es insaciable. Voz múltiple porque cada verso "tiene el sentido inexacto" (exactamente por su naturaleza insaciable) "que cada lector logra asestarle", cada sentido tan válido como el otro, quiero decir, de ahí que indescifrable es, para mí, insondable.

    "El aire está inmóvil" y no sólo lo dijo, además lo vio. Nos vamos a pasar la vida estudiando a Rimbaud.

    Y los que vengan también.

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  2. Indescifrable poeta, eso es lo que siempre me pareció, y no estoy seguro de que él mismo supiera lo que estaba diciendo. Pero me da igual.

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