Buscas en Roma a Roma, ¡oh, peregrino!,
y en Roma misma a Roma no la hallas:
cadáver son las que ostentó murallas,
y tumba de sí proprio el Aventino.
Yace donde reinaba el Palatino;
y, limadas del tiempo las medallas,
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades que blasón latino.
Sólo el Tibre quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya, sepoltura,
la llora con funesto son doliente.
¡Oh, Roma! En tu grandeza, en tu hermosura,
huyó lo que era firme, y solamente
lo fugitivo permanece y dura.
Huyó lo que era firme, y solamente
ResponderEliminarlo fugitivo permanece y dura, dura, dura, dura, dura, dura, dura......
Eso, allá por 1617.
ResponderEliminarAhora queda Nazinguer y Berlusconi.
Me gusta muchísimo esa idea de que lo fugitivo permanece...lo demás no importa...no tiene sentido en este caso...
ResponderEliminarMe encanta.
Es que es verdad. ¿Porqué llamamos clásicos a los clásicos? Por ideas como ésta.
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