Cuando nos dimos cuenta, ya estaba en las ventanas,
como para quedarse. Pero ahora
nada nos ilumina sino esa vaga niebla.
A veces, una luz desgarradora.
El nuestro fue otro tiempo mucho más inocente:
Todavía en las obras celebrábamos
cuando, sin accidentes, la estructura
llegaba a lo más alto y se cubrían aguas.
Vivíamos en calles
a las que les sentaba bien un nombre
como el de las Camelias.
Entre las azoteas, cada noche
se encendían las luces
del ático de nuestra juventud.
Entre las voces suaves y lejanas,
alguna vez, se oye un grito de pánico.
Pero una herida
es también un lugar donde vivir.
Nada enaltece a un viejo
Ni esta violencia con la que deseo
tener razón.
Ni tampoco creer que la felicidad
tiene una relación sutil con la mentira.
Ni ser tan sucio
de corazón como los míos,
a pesar de que a ellos los ensució la guerra.
Mi paz debe ser una paz falsa.
Tampoco no abjurar de la lujuria
ni de la vanidad.
¿Como podemos ser vanidosos los viejos?
Esta es la derrota.
Un campo de batalla en el que estoy tirado.
Me rodean los muertos. Oscurece.
Puedo oír a lo lejos voces jóvenes
celebrando lo que hoy,
para ellos, aún es la victoria.
Dignitat
Si la desesperança té la força
d’una certesa lògica,
i l’enveja un horari tan secret
com un tren militar, estem perduts.
El castellà m’ofega i no l’odio.
No en té la culpa de la seva força:
de la meva feblesa, encara menys.
L’ahir era una llengua ben travada
per pensar, per pactar i per somiar,
que ningú ja no parla:
un subconscient de pèrdua i cobdícia
on ressonen bellíssimes cançons.
El present és la llengua dels carrers,
maltractada i espúria, arrapada
com l’heura a les ruïnes de la història.
És la llengua en la qual escric.
També és una llengua ben travada
per pensar, per pactar i per somiar.
I les velles cançons se salvaran.
Dignidad
Si la desesperanza
tiene el poder de una certeza lógica,
y la envidia un horario tan secreto
como un tren militar,
estamos ya perdidos.
Me ahoga el castellano, aunque nunca lo odié.
Él no tiene la culpa de su fuerza
y menos todavía de mi debilidad.
El ayer fue una lengua bien trabada
para pensar, pactar, soñar,
que no habla nadie ya: un subconsciente
de pérdida y codicia
donde suenan bellísimas canciones.
El presente es la lengua de las calles,
maltratada y espuria, que se agarra
como hiedra a las ruinas de la historia.
La lengua en la que escribo.
También es una lengua bien trabada
para pensar, pactar. Para soñar.
Y las viejas canciones
se salvarán.
La noia del semàfor
Tens la mateixa edat que jo tenia
quan començava a somiar a trobar-te.
Encara no sabia, igual que tu
no ho has après encara, que algun dia
l’amor és aquesta arma carregada
de soledat i de melancolia
que ara t’està apuntant des dels meus ulls.
Ets la noia que vaig estar buscant
tant de temps quan encara no existies.
I jo sóc aquell home cap al qual
voldràs un dia dirigir els teus passos.
Però llavors seré tan lluny de tu
com ara tu de mi en aquest semàfor.
La muchacha del semáforo
Tienes la misma edad que yo tenía
cuando empezaba a soñar en encontrarte.
No sabía aún, igual que tú
no lo has aprendido aún, que algún día
el amor es esta arma cargada
de soledad y de melancolía
que ahora te está apuntando desde mis ojos.
Tú eres la muchacha que yo estuve buscando
durante tanto tiempo cuando aún no existías.
Y yo soy aquel hombre hacia el cual
querrás un día dirigir tus pasos.
Pero estaré entonces tan lejos de ti
como ahora tú de mí en este semáforo.
"Pero una herida
ResponderEliminares también un lugar donde vivir..."
"Ni tampoco creer que la felicidad
tiene una relación sutil con la mentira..."
"El amor es esta arma cargada
de soledad y de melancolía
que ahora te está apuntando desde mis ojos..."
Un grande. Uno más.
Una maravilla los enlaces, Juan, dos en realidad.
Realmente grande, Joan Margarit, uno de mis poetas preferidos, que aún nos regalará, estoy seguro, más cosas.
ResponderEliminarAdemás, como podrás ver y has visto en este blog, un gran amante del jazz.
Oh me ha gustado. Viva lo amantes del jazz. Pasad por mi Evangelio https://alejandrosarratina.blogspot.com/?m=1
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