con secreta pasión, al hilo de palabras
que forjaron, tal vez, su limpio emblema,
vuelve a mirarte desde su cansancio,
donde la luz evita esas pupilas
que un antiguo fulgor encaneció.
El premio es la ceguera, el abandono.
Creer tocar la luz y que calcine.
No la paz satisfecha
que pudo confundir en otro tiempo
con la sabiduría o su inminencia,
cuando saber es la palabra
que nombra la derrota del deseo,
el temblor de unas manos en el aire.
No sé si lo entiendo bien, pero puedo reconocer los rasgos de tantos poetas (o el solitario destino de tantos poetas) entre sus versos, o entre los versos que fue recogiendo entre los intersticios de tantos versos de otros poetas..
ResponderEliminarComo sea, qué poeta interesante es Jordi Doce. No sabía de su blog. Lo seguiré de ahora en más.
Para mí este es un extraordinario poema, que entiendo seguramente a mi aire, y que a lo mejor no tiene nada que ver con lo que quiso decir, pero esos cinco primeros versos de la segunda estrofa...:
ResponderEliminar"El premio es la ceguera, el abandono.
Creer tocar la luz y que calcine.
No la paz satisfecha
que pudo confundir en otro tiempo
con la sabiduría o su inminencia"
Harás bien en seguir su blog.
Versos de destino de poeta!!
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