martes, 16 de octubre de 2018

Fábulas/ 25 - Fragmento de Letra para su fija monja - Fernando de Pulgar - España


Letra para su fija monja
(sin fecha)    

[...] Y por cierto, amada fija, si otro conbate no touiesemos, saluo el de la cobdicia, nos sería asaz graue de sofrir, considerando las muertes y otros daños que della se siguen. Y quiérote traer aquí a propósito una fablilla que acaesció a un raposo con un asno.

    Segund cuenta esta patraña, el león, que es el rey de los animales, quiso facer cortes, a las cuales concurrieron los principales animales: y dice, que como este rey león tenía, o deuía tener, la condición noble y las orejas sinplicísimas, creía todo lo que los otros animales principales le decían. El raposo, que era artero, le decía:

    -¡Oh rey! Mal lo miras, si todo cuanto te dicen crees; porque muchos vienen a tí, dellos con mentiras coloradas, dellos con malicias que tienen imagen de bondad. Otros facen su fecho mostrando que facen el tuyo: y has de creer que estos grandes animales desean tener libertad, y sacudir de sí el yugo de su subiectión, y auer de tu patrimonio para facer a ellos poderosos, y a ti flaco, porque no los puedas castigar, y pierdas tu autoridad; la cual perdida, no serás obedescido, y tu justicia se enflaquecerá, y los delictos crecerán y tu reino se perderá. Para mientes que los oficios más veces se conseruan con las virtudes, que las virtudes se ganan con los oficios. Necesario has buen seso para sentir, y buen consejo para dicerner, y buen esfuerço para executar.

    El raposo, por el logar que mediante estos auisos tenía con el rey, era enbidiado. Los animales mayores, caídos del grado que pensauan merecer cerca del rey, e que el raposo les era peligroso, buscaron cómo lo apartar de la oreja del león, y propusieron ante él que la principal cosa en que se deuía entender era en su salud: y porque esta no se podía alcançar saluo con seso y coraçón de asno, el raposo, que era discreto y diligente, deuía ir por él.

    El raposo, conosciendo que lo apartauan del león, le dixo:

    -Mira que éstos más lo facen por apartar a mí que por servir a ti.

    El león, visto que todos los grandes animales se conformauan, fué constreñido a lo enbiar.

    El raposo, yendo en su camino, falló un asno paciendo en un prado, y díxole:

    -Tú ¿por qué no vas a la corte donde van todos los animales?

    El asno le respondió:

    -Porque paso aquí mi vida lo mejor que puedo, y no sé qué cosa es corte, ni lo quiero saber.

    Respondió el raposo:

    -No saber es mal, y no querer saber es peor. ¿Por qué rehusas de ir do se auisan los animales, do alcançan fama, y donde la gracia y la dicha de cada uno ha logar de se enplear en grandes cosas y auer grandes bienes?

    Respondió el asno:

    -No tengo uso para entre tal gente.

    Dixo el raposo:

    -El mayor trabajo es principiar, y la plática te hará maestro.

    El asno, vencido de cobdicia, dexó su abrigo y va en conpañía del raposo; e como llegasen a un logar, el asno quiso holgar. El raposo le dixo:

    -Si quieres ser rico y honrado has de ser verdadero y diligente, porque el perezoso holgando, pena deseando.

    El asno, remitido a la gouernación del raposo, llegó a la corte, donde vido la presencia espantable del león, y vido la grandeza de los otros animales, e cobdició ser como uno dellos. El león fízole gracioso recibimiento, y a pocos días, como pensó de le matar, mudó la voluntad buena y començole a mostrar la cara feroce. El asno, visto que el rey no le miraua como solía, boluió las espaldas y tornose a su prado. El raposo acusó al león e díxole:

    -Cuando touieres indignación y acordares prender a alguno, juntamente ha de ser la indignación con la execución; si no, nacerte ha tal escándalo que serás deseruido.

    El león, conoscida su mengua, le rogó que tornase por el asno. El raposo, por encargar al rey con sus seruicios, fué al asno y preguntole por qué se auia venido. El asno le respondió:

    -Anda, vete, amigo, con tu corte; no querría el placer de su fauor, por la tristeza que sentí en el disfauor.

    Dixo el raposo:

    -¡Cómo eres inorante! Sábete que en las cortes con el fauor no te conoscerás y con el disfauor no te conoscerán.

    Dixo el asno:

    -No tengo ninguno de mi linaje que me honre ni ayude.

    Respondió el raposo:

    -Serás tú el primero que aurás la gloria de los que despiertan memoria a los de su sangre.

    El asno, metido en la cobdicia, acordó de boluer con el raposo, y díxole:

    -Yo quiero tornar; mas si no lo hallo como quiero, no me hallará como quiere.

    El león, después de algunos días, quiso echar las uñas al asno y no pudo. El asno, como lo sospechó, huyó y tornó a su logar. El raposo, visto como auía perdido su trabajo, reprehendió la negligencia del rey, e començole a recontar los trabajos que auía pasado en traer dos veces al asno. El león le dixo:

    -¿Quieres que te diga? Si alcançamos el fin, relucen los trabajos, y si no han efecto, no esperes galardón, porque el fin de la cosa se mira más que los medios.

    El raposo, por no perder lo seruido, tornó por el asno y díxole:

    -Marauíllome estando en el dulçor del sobir poderlo dexar y venirte. Cata que ser criado entre nobles y escoger vida entre rústicos no procede de buen ingenio.

    Respondió el asno:

    -Si me castigas con rigor, antes me harás tu enemigo que tu corregido, y primero ganarás enemistad para tí que emienda para mí.

    Respondió el raposo:

    -Necio eres si miras en la forma del corregir, o en la manera de tu emendar.

    El asno le respondió:

    -Dígote que esta vida es tan corta, que antes nos morimos que nos emendamos, y por tanto te ruego que dexes de emendarme y cures de proueerme. Sábete que me vine porque quisiera yo luego algund oficio para poder cargar a otros, como otros cargan a mí.

    Respondió el raposo:

    -Si tu quieres oficio ageno de tu natural, perderás a ti y al oficio.

    Dixo el asno:

    -Tanbién sospeché que el león me quería prender o matar.

    Dixo el raposo:

    -Tu absencia te condena, aunque seas linpio de crimen. Anda acá conmigo, dixo el raposo, y tu presencia quitará la sospecha, porque los miedos vanos nunca los concibió buen seso.

    Dixo el asno:

    -No querría estar en logar do he de facer cara contraria a mi voluntad, y do peno deseando que me den y recelando que me quiten.

    Dixo el raposo:

    -Y ¿dó estarás que no penes con eso?

    Dixo el asno:

    -Bien estaua aquí, donde huelgo más y peco menos; pero anda, allá vamos. Bien veo que si al principio no te creyera, cuando despertaste mi cobdicia, no fuera metido en necesidad forçosa, como al comienço fué voluntaria.

    Entrados en la corte, el león echó las uñas en el asno, y mandó al raposo que troxiese los sesos y el coraçon. El raposo, visto los sesos y el coraçón del asno, comiólo y dixo al león que no le auía fallado ningún seso ni coraçón. El león, marauillado cómo podía ser animal sin seso y sin coraçón, respondió el raposo:

    -Creer deues por cierto, señor, que si este animal touiera seso y coraçón no lo troxiera la cobdicia tres veces a la corte, donde perdió la vida por ganar facienda.

    Muy amada fija, este enxenplo te he traído en el cual verás allá todo lo en que andamos acá; y puedes creer que no digo muchos, mas infinito es el número de los que tenemos tan poco seso y coraçón como el asno; porque teniendo suficiente proveimiento, no dexamos de cometernos a los vayuenes de la fortuna, y vamos tres y más veces donde los engaños del raposo nos lleuan. [...]

2 comentarios:

  1. Simples genialidades que de tan simples no parecen. La simpleza prueba que no cualquiera... "No saber es mal, y no querer saber es peor...", "porque el fin de la cosa se mira más que los medios..."

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  2. Las fábulas, esos cuentecillos aparentemente pueriles que ayudan a definir la condición humana y el comportamiento de la gente. Con moraleja incluída.
    Hablamos de las fábulas clásicas, las que vienen de Esopo, fue quien fuese ese tal Esopo, una persona o un colectivo anónimo al que se adjudicó su nombre. Da igual, siguen sirviendo por su simplicidad y al mismo tiempo por su agudeza.

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