porque quienes me odian ya me habrán perdonado.
Igual que un aguardiente que no arruinara el hígado,
será maravilloso y si en mi pueblo muero.
Será un día ejemplar de trigos y de soles
y el alcalde dirá sus primeras palabras
hermosas sobre mí, de la misma manera
que el cura hará un paréntesis en su interpretación
acerca de mi conducta.
Para todos se es bueno
después de muerto, a todos les da la caridad,
les da la comprensión, amén de lo tranquilo.
Y el día que me muera besarán las viudas
a la nueva viuda y estrechará la mano
a mi hermano Manolo hasta quien no lo quiere
y se reunirán en casa de mi madre
los parientes que sólo se apoyan en las penas.
¡Cuántos primos y primas a los que no recuerdo
sino junto al columpio niño, lejano y vano!
¡Qué fila de afligidos circunspecta y gremial!
Allá en Andalucía mucha ley se le tiene
al hecho de la muerte. No importa de quién sea
porque es un pueblo sabio que sabe del respeto
debido a quien traspasa la muralla, a quien pisa
antes la línea maga perdiéndose a lo lejos.
El día de mi entierro será maravilloso.
Yo no quiero decir que vaya a suceder
algo distinto o bello entre las casas o entre
los cielos, ni señales divinas o temblores
porque yo muera.
Va
a ser maravilloso. Y, sobre todo, porque
nada de ello veré.
Todo un tema tiene con la muerte o, mejor dicho, con el después de muerto: "Nueva York después de muerto", por ejemplo, otro gran poema que no es sólo poema...
ResponderEliminarGran poeta Antonio Hernández que se dará el gusto cuando muera de no estar allí presente.
La muerte, qué pérdida de tiempo pensar en ella. ¿Qué es la muerte? La bajada de telón de la vida, eso es todo. Mientras tanto vivimos, como podamos o como nos dejen, y luego, bye, bye, ahí os quedáis, hacer lo que podáis. Lo cual no quiere decir que no importe, como decía no sé quién "de la muerte no soy partidario".
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