La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. En este mundo del fin del siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable. A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea niño por un rato, jugando como juega el niño con el globo y como juega el gato con el ovillo de lana: bailarín que danza con una pelota leve como el globo que se va al aire y el ovillo que rueda, jugando sin saber que juega, sin motivo y sin reloj y sin juez. El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios mas lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía. Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que se sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad.
De El fútbol a sol y sombra, 1995
Fue un simple juego de diversión, después un deporte con reglamentos y estatutos, lo que lo transformó en un espectáculo "pasión de multitudes" lo que derivó en un negocio fenomenal (pasión+multitudes) y un hecho politico-sociológico-cultural en el que cada tanto saca los pies del plato un artista (un Pelé, Un Cruyff, Un Maradona, Un Zidane, un Messi, un Cristiano, un...) un pibe que lo jugaba en el potrero del barrio por simple diversión o porque le salía naturalmente y que lo hizo después su deporte o la profesión que lo sacaría de la calle y que le daría su sustento para vivir y que más tarde lo convertiría en maestro de ceremonias de un espectáculo que lo posicionó como una súper estrella que cena con líderes mundiales y asiste a las fiestas del poder que lo usa para entretener, avivar pasiones, generar polémicas, vender revistas y horas de televisión y merchandising y tal vez hasta documentales sobre su figura y leyenda... por haber sido aquel pibe que fue tocado por la varita mágica que lo hizo ser el mejor amigo de una pelota de fútbol y el mejor de su tiempo y tal vez el mejor de toda la historia.
ResponderEliminarSi al texto de Galeano le añadimos el tuyo queda inmejorable.
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