las bellas flores, los bellos cantos.
Los afea nuestro anhelo,
nuestra inventiva los hecha a perder,
a no ser los del príncipe chichimeca Tecayehuatzin.
¡Con los de él, alegráos!
La amistad es lluvia de flores preciosas.
Blancas vedijas de plumas de garza,
se entrelazan con preciosas flores rojas:
en las ramas de los árboles,
bajo ellas andan y liban
los señores y los nobles.
Vuestro hermoso canto:
un dorado pájaro cascabel,
lo eleváis muy hermsoso.
Estáis en un cercado de flores.
Sobre las ramas floridas cantáis.
¿Eres tú acaso un ave preciosa del Dador de la vida?
¿Acaso tú al dios has hablado?
Tan pronto como visteis la aurora,
os habéis puesto a cantar.
Esfuércese, quiera mi corazón,
las flores del escudo,
las flores del Dador de la vida.
¿Qué podrá hacer mi corazón?
En vano hemos llegado,
hemos brotado en la tierra.
¿Sólo así he de irme
como las flores que perecieron?
¿Nada quedará de mi nombre?
¿Nada de mi fama aquí en la tierra?
¡Al menos flores, al menos cantos!
¿Qué podrá hacer mi corazón?
En vano hemos llegado,
hemos brotado en la tierra.
Gocemos, oh amigos,
haya abrazos aquí.
Ahora andamos sobre la tierra florida.
Nadie hará terminar aquí
las flores y los cantos,
ellos perduran en la casa del Dador de la vida.
Aquí en la tierra es la región del momento fugaz.
¿También es así en el lugar
donde de algún modo se vive?
¿Allá se alegra uno?
¿Hay allá amistad?
¿O sólo aquí en la tierra
hemos venido a conocer nuestros rostros?
Las flores y los cantos, formas en las que se funde lo visual-lo audible (Vuestro hermoso canto: un dorado pájaro cascabel) y que el poeta azteca detecta como emanaciones del Dador de Vida, y el hombre asumiéndose como flor que ha "brotado en la tierra", "en la región del momento fugaz..." Una maravilla. Y así todo el poema...
ResponderEliminar