¿Para qué abrumarla con fatigas?
Por eso, todo el día estoy ebrio.
Abatido, me acuesto
junto a una columna de la puerta.
Al despertar, miro más allá del patio,
y veo un ave que canta entre las flores.
La interpelo:
"¿En qué estación del año estamos?".
"¡Vaya pregunta!
¿No ves que es la primavera
quien hace hablar, con su brisa,
a la oropéndola vagabunda?".
Conmovido, quiero arrancarme un suspiro.
Mas prefiero volver a servirme vino.
Canto en voz alta, esperando la luna.
Al terminar, todo queda en el olvido.
¿No bebería poesía Li Po que de tan borracho creía beber vino?
ResponderEliminar¡Hombre, Carlos, bienvenido otra vez al blog, se te echaba de menos!
ResponderEliminarBebía poesía, no vino, aunque también. Genial.