Le pido que me traiga la paciencia
de la que está hecha, sí, toda alegría.
Le pido conversar con mis abuelos,
que llevan muchos años en la tumba.
Le pido que me traiga los recuerdos
que me enseñen quién fui, y cómo seré algún día.
Y le pido también, con cada sorbo,
que hasta mí traiga el canto de los mirlos,
y unas nubes huidizas, y una música
que me haga regresar a los lugares
en los que nunca he estado. Y le pido
el amor de los míos, que es tan frágil
como el brezo que crece entre las rocas.
Hermoso poema de ritmo agradable y sabia introspección, diría... Eduardo Jordá es de los poetas que me gustan cada vez más.
ResponderEliminarEl cuadro de Melinda se corporiza como entre la bruma difusa de un recuerdo no demasiado nítido y también me gusta.
No se pueden definir mejor, tanto el poema como el cuadro.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo.