porque ando tu silencio recorriendo,
y porque tanto mi esperanza insiste,
que deshojada en agua voy muriendo.
La lluvia es mi llamado que persiste
y que afuera te aguarda, padeciendo,
mientras por un camino que no existe
como una despedida estás viniendo.
La lluvia, fiel lamido, va a tu encuentro.
La lluvia, perro gris que reconoce
tu balada; la lluvia, mi recuerdo.
Iré a escuchar tu ausencia lluvia adentro,
a recibir tu olvido en largo roce:
Que mi sangre no sepa que te pierdo.
De Sonata de soledad, 1954
Magnífico soneto, puros versos de melancolía, puro sentimiento de la poeta deshojándose en recuerdos (deshojada en agua voy muriendo: para sacarse el sombrero), languideciendo en la despedida bajo el fiel lamido del perro gris de la lluvia que la viene siguiendo...
ResponderEliminarHermoso soneto, sí, de una poeta que desconocía hasta que vos me pasaste un enlace sobre poetas argentinos (una conversación entre Jorge Fondebrider y Teresa Arijón) del que estoy sacando maravillas que irán saliendo.
ResponderEliminarMuy agradecido.
Cuánto me alegra. El agradecido soy yo.
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