La vida: el gran laboratorio de la muerte plagado de tristes ratas.
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Abrían sus fauces los camiones de la tarde.
Todo se lo tragaban. La lozanía de la fruta participando del misterio y de la muerte.
Convincente la escoba barriendo la piel de los huesos tatuados por el pavimento y tendones estallando y cartílagos sangrientos y briznas de pasto y ramas secas recolectadas en la caída.
El más grande de los desperdicios mi pobre basura biodegradable entrando en la ambulancia.
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Podríamos considerar a la hora de los descargos el temblor matutino la naúsea el desconsuelo abriendo sus brazos cada día la prepotencia urgente del deseo.
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Desde los ojos poblados de presagios sólo existe la ventana abierta engañosa como un cuadro de Magritte.
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Esta no es una pipa.
Este no es un hombre
Esta no es una ventana abierta
por donde cae el hombre de la pipa
Esta no es una forma de morir
Esta no debiera ser la vida.
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¿Cielo?
¿Infierno?
¿A qué estado de nada
a qué mazmorras
irán a dar los espantados
los muertos de miedo
los que tienen perdida la fe
los atorados con el trago amargo
de sus propios pasos perdidos
los aterrados de la vida por delante
los jóvenes poetas aspirantes
al suicidio?
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¿Qué mensaje oculto traía escrito la botella calibre 38 que no pude descifrar a tiempo?
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Salió cara la gracia de convertir el agua en vino.
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Perdónalo, Señor, porque sabe perfectamente lo que hace.
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En lugar de llorar junto al cuerpo derramado recuerdo a Humphrey Bogart en la ninguna película de su lecho de muerte enronquecido por el cáncer laríngeo el gángster más querido de Hollywood el matón adorable confesándose con Frank Sinatra lo único que va bien es mi cuenta bancaria. Para qué más.
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Irás. Volverás. Nunca en la Guerra. Perecerás.
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Tu aversión a la vida tiene tantas razones que ninguna razón conoce.
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La vida privada es un asunto público.
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Quién puede comprender este espectáculo si no es como la ofrenda de un cuerpo regresando a la tierra de donde nunca debió salir.
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El suicidio
como dijo el actor
es una muerte
en defensa propia.
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Teníamos
un
futuro
por
delante
Yo sólo veo huesos
y
carne
que
se
pudre.
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La arbitrariedad del signo lingüístico
La arbitrariedad de la muerte
A qué sistema de signos
debo acudir para el consuelo.
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La vida es cruel y es mucha.
De Imágenes Rotas, 1995
Tanguera de ley, tanguera de alma la poesía de Teresa, gardeleana y discepoleana... y una vorágine adorable de versos a lo Pizarnik, tan crudos como bellos por lo demás.
ResponderEliminarCada vez escribe y llega mejor Teresa Calderón.
La visión de la vida como un absurdo y un problema irresoluble. ¿Será para tanto?
ResponderEliminarSí, Pizarnik.
Por eso decía, una concepción tanguera de la vida, aunque es poeta chilena. Las apelaciones a las letras de tango no son casuales...
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