A Jorge Luis Borges, in memoriam.
Nací en una gruta de Abisinia.Tuve un palo,
un hacha
y una tea.
Tuve una cabra,
una mujer
y un jergón.
En la densa y profunda noche
de la Prehistoria
alimenté el fuego
con ramas y follajes
de antiguos árboles.
Unas veces morí de hambre,
otras, me devoró la fiera.
O desaparecí
queriendo alcanzar
la orilla opuesta
de un violento y caudaloso río.
Maté a mi enemigo.
Bailé alrededor del fuego.
Me inicié en los secretos
de la vida y la muerte.
Pinté búfalos y bisontes
en las paredes
y en los techos de las cuevas.
Conocí los misterios del placer
y los secretos de la fecundidad.
Fui alfarero,
fui agricultor,
fui pastor.
En el viento de la estepa
aprendí las primeras notas
con mi flauta de cáñamo.
Descubrí el metal.
Corrí al encuentro de otros hombres
blandiendo una espada.
Quedé tendido en la hierba
hasta que mi cuerpo
tuvo el color
de una hoja de otoño.
Veinte siglos después,
mirando hacia la vieja noche
escribo:
la vida es sólo
un dulce oficio de matar
y de sobrevivir.
Borgeano poema realmente. Eso es lo que es el hombre: un sobreviviente, desde el fondo de su historia: su escenario evolutivo y a veces no tanto o no más que eso, lo que supone una suerte de borgeana conclusión.
ResponderEliminarMagnífica, sucinta y muy borgeana síntesis del paso del ser humano por el mundo, con final bastante desesperanzado y como resignado.
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