En el 32, Ellington grabó Baby when you ain't there, uno de sus temas menos alabados y al que el fiel Barry Ulanov no dedica mención especial. Con voz curiosamente seca canta Cootie Williams los versos:
I get the blues down North,
The blues down South,
Blues anywhere,
I get the blues down East,
Blues down West,
Blues anywhere.
I get the blues very well
O my baby when you ain't there ain't there
ain't there-
¿Por qué, a ciertas horas, es tan necesario decir: "Amé esto?" Amé unos blues, una imagen en la calle, un pobre río seco del norte. Dar testimonio, luchar contra la nada que nos barrerá. Así quedan todavía en el aire del alma esas pequeñas cosas, un gorrioncito que fue de Lesbia, unos blues que ocupan en el recuerdo el sitio menudo de los perfumes, las estampas y los pisapapeles.
Memorable fragmento del ídem Capítulo 87, tan sencillamente escrito como cualquiera no puede hacerlo, la melancólica evocación de lo perdido o mejor dicho lo rescatado, la pequeñas cosas, las que de tan personales pasan desapercibidas para los demás, las que todavía quedan (quedan siempre) en el aire del alma, como ese tema de Ellington para Julio, los gestos olvidados, lo que fuimos y tal vez ya no podemos ser, los hechos aislados, los atisbos que sin embargo la memoria no logra desvirtuar y que permanecen mejor dicho resisten inalterables esperando tal vez que alguna vez logremos darle sentido o relevancia porque se trata de algo, insisto, tan personal nuestro y de nadie más...
ResponderEliminarEs que Julio era un sentimental, no un sentimentaloide, por eso hablaba con esa naturalidad y sensibilidad (única). El resultado es que nos hace sentir y pensar al mismo tiempo.
ResponderEliminarCon semejantes comentarios, yo ya no puedo añadir nada más, sólo asentir y decir amén.
ResponderEliminarQuiero rescatar ( no sé si lo leerán) lo q dice Marian, es un sentimental y con un espíritu de niño que se ve impregnado en todos sus escritos, seguramente gracias a ese espíritu supo como nadie teñirlo todo de curiosidad, hasta los gestos y anécdotas más cotidianas como revolver el café con una cucharita y quedarse mirándola o por donde apretar el dentífrico Para definir al hombre organizado y predecible...lo amo...
ResponderEliminarTienes razón, Agostina, espíritu infantil (en el mejor sentido), espíritu curioso e indagador, mirada abierta y escrutadora.
ResponderEliminarTenemos que darte las gracias por recordarnos (hace unos meses) este capítulo de Rayuela.
Gracias a ti por llenarnos en alma de poesía. Estoy en Granada y junto al olor del aceite de oliva del mediodía y los ruidos d nos bares respiro a Lorca en cada rincón, el fin han puesto un Centro Garca Lorca que ya era hora. Pues en mi vida Federico y Julio ocupan un sitio parecido, forman parte del aire que respiro y me los encuentro en varios rincones. Cómo no sentir a Federico en Granada?
ResponderEliminarAlgún día iré a Granada, seguramente cuando me jubile, que tampoco queda tanto.
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