He oído la lengua de mis antepasados en sueños.
He visto sus figuras en habitaciones confusas,
que sólo puedo nombrar con el habla ajena
de quienes para siempre los confinaron
a la región de las sombras.
No entiendo sus palabras,
pero en los sueños se alargan como palmeras,
brillan como las plumas del Quetzal.
¿Cómo habrán sido los mercados de Tenochtitlan,
el pregón de los vendedores de penachos de papagayo,
la voz de la mujer ofreciendo quequisques o yuca,
la sombría voz del vendedor de papas?
¿Con qué palabras sonando a río o aguacero,
se declararían el amor el héroe del juego de pelota
y la muchacha dulce con las cestas de jipijapa?
Las palabras de los pueblos se parecen a sus montañas
y a sus lagos,
se parecen a sus árboles, a sus animales.
¿Cómo sería la lengua que hablaría de los ceibos
y los jaguares,
de la luna incasdescente y ecuatorial,
de los volcanes erectos?
He oído la lengua de mis antepasados
en sueños.
En habitaciones confusas que sólo puedo describir
con la lengua del despojo.
II
Ocultamos nuestros Dioses,
nuestros mitos,
bajo la púrpura vestidura de sus santos.
Recreamos su idioma.
Lo rehicimos nuestro,
le hicimos decir la lluvia torrencial,
y el dulce ulular de la quena,
la altura de los Andes,
y la selva impenetrable del Amazonas.
Nos cambiamos los nombres para sobrevivir,
pero el mundo lo nombramos
con códigos y códices que aún ahora les son indescifrables.
Nos quisieron cambiar de piel,
pero untamos de cacao sus genes
para engendrar el chocolate claro
y el chocolate quemado:
hombres y mujeres de chocolate
poblando de nuevo el Continente
del Trueno y la Desolación.
Reconstruímos nuestras ciudades magníficas
México, Buenos Aires, Lima, Río
y guardamos en lo más hondo de nuestras tinajas
la sabiduría de nuestra memoria avasallada.
III
No triunfamos.
Éramos inocentes y hablábamos a la Tierra con respeto,
como huéspedes, no como Señores.
Sacrificábamos la Vida al Sol
ellos, en cambio, se la ofrecían al oro,
que no hace más que imitarlo.
La Tierra era nuestra cómplice.
La honrábamos, la celebrábamos.
Ellos no amaban la Tierra,
la despojaban como si les perteneciera,
igual que nos despojaron a nosotros
como si también les perteneciéramos.
Nos obligaron a usar sus palabras
a vestirnos con sus ropas.
Nos obligaron a adorar al Dios
que ellos mismos habían crucificado.
Ni siquiera de la culpa que sentían por su muerte nos eximieron
diciéndonos que también había muerto por nosotros
y que teníamos que pagar con nuestras vidas
el pecado de no conocerlo.
IV
He oído la lengua de mis antepasados
en sueños.
En sueños he escuchado sus gritos.
El crujir de sus genitales,
el dolor de los partos mestizos,
de los hijos de las violaciones.
Ya no pudimos nombrar a los niños
con nombres de flores, de cactos, de árboles
de constelaciones.
Apredimos a contar el tiempo con sus medidas
y llamamos a los días con sus nombres extraños.
V
¿Quiénes somos?
¿Quiénes son estos hombres, estas mujeres sin lengua,
escarnecidos por su color,
por sus pieles, sus plumas y sus adornos?
Para que no leyéramos más que sus códices,
quemaron los nuestros en altas piras incendiarias.
Nuestra historia, nuestra poesía, los anales de nuestros pueblos
nos llenaron de humo los cuencos de los ojos,
nos llenaron de lágrimas las entrañas.
Ardieron los amates pintados cuidadosamente por los escribas.
Ardieron las historias que nos hacían ser lo que éramos.
¡Cómo aullaban los viejos en las plazas,
viendo arder los nombres de sus padres en el fuego!
Ah! noche larga, noche triste de las cenizas!
Noche en que nos quedamos sin manos,
sin lengua, desmemoriados!
VI
La Tierra nos salvó, la sangre, el color de las frutas,
el vahido del viento en los desfiladeros de Machu Pichu.
Se apropiaron de todo pero la Tierra nos seguía cantando,
las Cataratas del Iguazú, el Titicaca, el Orinoco, la Pampa,
Atitlán, Momotombo, Tikal, Copán.
La Tierra conocía el toque de nuestras manos:
Los volcanes nos hablaban; los ríos nos lavaban las lágrimas,
la selva nos escondió.
A ellos los acababa la nostalgia.
El oro les cobraba su precio. Se mataban entre sí.
Se hundían sus barcos. Sus hijos los desconocían.
En los vientres de nuestras mujeres se fueron extinguiendo.
VII
He oído la lengua de mis antepasados,
en sueños.
En sueños he escuchado sus risas.
Paciente la paciencia,
la resistencia.
Siglos de silencio, de espera.
El tiempo fluído haciendo espirales,
subiendo desde los desiertos de la Patagonia,
cruzando los Andes, las cordilleras, el trópico húmedo,
las praderas de los búfalos.
El hombre de las grandes ciudades destruye su mundo.
El hombre, la violencia, cava túneles bajo sus pies,
socava los cimientos de los ídolos forasteros.
Los ojos de América aguardan el retorno de Quetzalcoalt
-la serpiente emplumada-
He oído la lengua de mis antepasados
en sueños.
Sueños que nunca duermen.
No podía faltar Gioconda Belli. Monumental poeta de la que copio y pego
ResponderEliminar"He oído la lengua de mis antepasados en sueños.
He visto sus figuras en habitaciones confusas,
que sólo puedo nombrar con el habla ajena
de quienes para siempre los confinaron
a la región de las sombras.
No entiendo sus palabras,
pero en los sueños se alargan como palmeras...
...Aprendimos a contar el tiempo con sus medidas
y llamamos a los días con sus nombres extraños..."
por no copiar y pegar todo su poema.
Me gusta todo él, pero me quedo sobre todo que la estrofa III, por lo que nos toca a los españoles.
ResponderEliminarEl primer "que" es "con".
ResponderEliminarGioconda es un portento de la poesía latinoamericana, tironeada por los revolucionarios entre comillas y los modernistas que nunca faltan... Es una poeta tan natural. No encuentro otra palabra para intentar "definirla" (que no es mi intención)
ResponderEliminarTengo muchos poemas de ella sobre gatos, pero infelizmente no encuentro (aún) una foto de ella con un gato o ya la habría subido a mi sección.
Seguro que habrá alguna, no te rindas.
ResponderEliminarExtraordinario blog , lo acabo de conocer
ResponderEliminar¡ Enhorabuena !
!http://hasieran-kobazuloa.blogspot.com.es/
Muchas gracias, Hasieran.
ResponderEliminarEste blog intenta dar a conocer todo lo bueno que se ha hecho y se hace en literatura (no sólo en poesía). Pásate cuando quieras. Ya veo que te dedicas a la educación, yo también. Incluso somos casi de la misma generación (yo soy un poco más viejo, no mucho más, ¿eh?)
Estoy visitando tus blogs. Interesantísimos. Veo (aunque no entiendo el euskera) que en uno de ellos hay temas históricos. Quizá entonces te interese también este blog:
http://lamemoriadeclio.blogspot.com.es
Muchas gracias . Saludos.
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