El carcomido corcel de palo
Que piafaba en los zaguanes de la infancia,
Ya no ve su reluciente piel bajo el rocío
Ni sus cascos de plata
Caracoleando sobre el seto de astromelias.
El caballo fue tocado de abyecta realidad,
Escoba sin crines al pie de los escombros.
El hombre no ve sino un trozo de madera
Que serviría para el delicioso
Crepitar de la candela.
Sentado frente a la negra chimenea
No ve crines de caballo en las llamas,
Cuchicheo de brujas en el sonido del fuego.
Madurez,
Caballo muerto en la memoria.
De Ciudadano de la noche, 1989
La infancia ya sin vida en la memoria. Magnífico poema sobre esa cruda realidad.
ResponderEliminarLa madurez, que olvida inevitablemente. Pero hay que saber decirlo.
ResponderEliminarRoca sí que sabe.
ResponderEliminarY a propósito de grandes poetas colombianos, leíste a Jorge Cadavid? Me lo pasaron hará dos semanas y me está encantando.
Pues no, no lo he leído, no lo conozco ni de nombre. Habrá que ponerse las pilas.
ResponderEliminarMaravilloso poema. Pero creo que no, que la "abyecta realidad" no puede matar al caballo de la infancia. Lo que duele (lo que ha muerto) es la pérdida de la inocencia.
ResponderEliminarBueno, la realidad no siempre es abyecta, aunque hay quien se empeña en hacer que lo sea. Ya sabes: "el infierno son los otros".
ResponderEliminarExacto.
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