Uno de los grandes temas de la poesía trovadoresca es el lamento por la separación. Este Comiat (Despedida) se muestra fiel a las convenciones corteses (los suspiros, la tristeza, la locura paliada por el deseo de cumplir con el "fino amor", el corazón que permanece junto a la amada), pero destaca por la capacidad de perfeccionar una tensión dramática en la que el dolor de la inminente partida puede llevar a la muerte por desesperación (com desesperats, antiguo eufemismo para aludir al suicidio) y que culmina con las anafóricas encomiendas de la quinta estrofa.
Sovint sospir, dona, per vós de luny
e, sospirant, va crexent ma follia
de vostr-amor, qu·enaysí fort me puny,
que·m gira gauig en gran malancolia
cant me recort del vostre departir
c·a far me ve, de vostra bella vista
e del comjat que pendray al partir,
tant que tristor m'asaura y·m conquista.
Certes, bé say que·m valgra més morir,
com fech sent Peyr·o sent Johan Batista,
a cruzel mort, qu·en aycest punt venir
de veure tal cerimònia trista,
que del pensar ne pert sauber e seny
e vau com folls parlant en oradura
ab mi meseys, e s·algú diu que·m seny,
eu li respon rasó fora mesura.
Mas fin·amor eras tan fort m'estreny,
ans del partir no vull en tal pressura
metre mos ulls, car no·m valdria seny,
artz ne saber; mas pus qu·és ma ventura
c·aysí forsat m'ay de vós a llonyar,
lo comjat prench er per tota vegada
del vostre cors, bell e llinde sens par,
e lays mon cor en la vostra posada.
O Déu!, e com poray de mort campar
cant me veuray sols, ab pensa torbada,
en un vexell de fust lay en la mar,
absent de vós, lonyats d'esta·ncontrada?
Mi recordan que·m seray tant llonyats
del paýs dolç hon vostre cors habita,
ladonchs morís sí com desesperats,
malesín mi, fortuna y mala dita.
A Déu coman, bella, vostres beutats,
vostre capteny que tots mals foragita;
a Déu coman a vós, que·l món honrats,
c·al mig del cor portats Honor scrita;
a Déu coman vostr·amorós sguart
ab què·m trasqués lo cor, d'on se devisa;
a Déu vos don eras, puix qu·eu me part
de la mellor que may vestía camisa.
Reyna d'onor, heu suy en tota part,
o vius o mortz, vostres en tota guisa,
e prech a Dieu que ja de mal no·m guart,
s·ieu part l'amor c·ay ins mon cor asisa.
_____________________________
Yo suspiro por vos en la distancia
y suspirando crece mi locura
de vuestro amor, que tan fuerte me hiere,
que convierte mi gozo en gran tristeza,
y cuando pienso en que he de mantenerme
de vuestra bella vista separado,
ante el adiós de nuestra despedida
la tristeza me asalta y me conquista.
Sé bien que me valdría más morir,
como San Pedro o cual San Juan Bautista,
de cruel muerte, que llegar al punto
de contemplar tan triste ceremonia,
porque al pensarlo pierdo la cabeza
y voy hablando solo como un loco,
y a quien me dice que recobre el juicio
le respondo palabras desquiciadas.
Pero ahora el fino amor me oprime tanto,
que no quiero, al partir, poner mis ojos
en pesadumbre tal, porque ni el juicio
ni el arte ni el saber me ayudarían;
pero es mi sino que de vos me aleje,
y, forzado, por siempre me despido
de vuestro cuerpo, de sin par belleza,
y dejo el corazón en vuestra estancia.
¿Cómo voy a librarme de la muerte,
oh Dios, cuando esté solo y conturbado
en alta mar, sobre una pobre nave,
de vos ausente y lejos de esta tierra?
Y cuando pienso que estaré tan lejos
de ese dulce país en que habitáis,
me moriría allí, desesperado,
maldiciéndome a mí y a mi desdicha.
A Dios vuestras beldades encomiendo,
vuestro porte, que todo mal ahuyenta.
A Dios os encomiendo, porque al mundo
mostráis honor en vuestro pecho impreso.
A Dios confío la amorosa vista
con que mi corazón arrebatasteis.
A Dios os fío, porque ya me alejo
de la mejor que nunca vistió prenda.
Reina de honor, yo soy en todas partes,
o vivo o muerto, vuestro en cualquier modo,
y ruego a Dios que, si el amor expulso
del corazón, del mal ya no me guarde.
que·m gira gauig en gran malancolia
cant me recort del vostre departir
c·a far me ve, de vostra bella vista
e del comjat que pendray al partir,
tant que tristor m'asaura y·m conquista.
Certes, bé say que·m valgra més morir,
com fech sent Peyr·o sent Johan Batista,
a cruzel mort, qu·en aycest punt venir
de veure tal cerimònia trista,
que del pensar ne pert sauber e seny
e vau com folls parlant en oradura
ab mi meseys, e s·algú diu que·m seny,
eu li respon rasó fora mesura.
Mas fin·amor eras tan fort m'estreny,
ans del partir no vull en tal pressura
metre mos ulls, car no·m valdria seny,
artz ne saber; mas pus qu·és ma ventura
c·aysí forsat m'ay de vós a llonyar,
lo comjat prench er per tota vegada
del vostre cors, bell e llinde sens par,
e lays mon cor en la vostra posada.
O Déu!, e com poray de mort campar
cant me veuray sols, ab pensa torbada,
en un vexell de fust lay en la mar,
absent de vós, lonyats d'esta·ncontrada?
Mi recordan que·m seray tant llonyats
del paýs dolç hon vostre cors habita,
ladonchs morís sí com desesperats,
malesín mi, fortuna y mala dita.
A Déu coman, bella, vostres beutats,
vostre capteny que tots mals foragita;
a Déu coman a vós, que·l món honrats,
c·al mig del cor portats Honor scrita;
a Déu coman vostr·amorós sguart
ab què·m trasqués lo cor, d'on se devisa;
a Déu vos don eras, puix qu·eu me part
de la mellor que may vestía camisa.
Tornada
Reyna d'onor, heu suy en tota part,
o vius o mortz, vostres en tota guisa,
e prech a Dieu que ja de mal no·m guart,
s·ieu part l'amor c·ay ins mon cor asisa.
_____________________________
Yo suspiro por vos en la distancia
y suspirando crece mi locura
de vuestro amor, que tan fuerte me hiere,
que convierte mi gozo en gran tristeza,
y cuando pienso en que he de mantenerme
de vuestra bella vista separado,
ante el adiós de nuestra despedida
la tristeza me asalta y me conquista.
Sé bien que me valdría más morir,
como San Pedro o cual San Juan Bautista,
de cruel muerte, que llegar al punto
de contemplar tan triste ceremonia,
porque al pensarlo pierdo la cabeza
y voy hablando solo como un loco,
y a quien me dice que recobre el juicio
le respondo palabras desquiciadas.
Pero ahora el fino amor me oprime tanto,
que no quiero, al partir, poner mis ojos
en pesadumbre tal, porque ni el juicio
ni el arte ni el saber me ayudarían;
pero es mi sino que de vos me aleje,
y, forzado, por siempre me despido
de vuestro cuerpo, de sin par belleza,
y dejo el corazón en vuestra estancia.
¿Cómo voy a librarme de la muerte,
oh Dios, cuando esté solo y conturbado
en alta mar, sobre una pobre nave,
de vos ausente y lejos de esta tierra?
Y cuando pienso que estaré tan lejos
de ese dulce país en que habitáis,
me moriría allí, desesperado,
maldiciéndome a mí y a mi desdicha.
A Dios vuestras beldades encomiendo,
vuestro porte, que todo mal ahuyenta.
A Dios os encomiendo, porque al mundo
mostráis honor en vuestro pecho impreso.
A Dios confío la amorosa vista
con que mi corazón arrebatasteis.
A Dios os fío, porque ya me alejo
de la mejor que nunca vistió prenda.
Tornada
Reina de honor, yo soy en todas partes,
o vivo o muerto, vuestro en cualquier modo,
y ruego a Dios que, si el amor expulso
del corazón, del mal ya no me guarde.
Comentario y traducción de José María Micó
Le duele perderla, prefiere morir a ya no verla... De acá mamaron los letristas del tango como Contursi o Cadícamo. Es el mismo espíritu que llevó a Jordi a cantar.
ResponderEliminarSeguramente es lo que dices.
ResponderEliminarTodavía tendremos otros cinco poemas de Jordi. Es que no escribió más.
Por cierto, habrá que hablar del traductor José María Micó, buen poeta y ensayista. Y hasta músico. Quizá cuando acabe la serie de Jordi. O antes.
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