ILEANA: la Galaxia de Andrómeda,
que se puede mirar a simple vista en una noche clara,
está más cerca que tú.
Otros ojos solitarios estarán mirándome desde Andrómeda,
en la noche de ellos. Yo a ti no te veo.
Ileana: la distancia es tiempo, y el tiempo vuela.
A 200 millones de millas por hora el universo
se está expandiendo hacia la Nada.
Y tú estás lejos de mí como a millones de años.
Tan lejos, tan cerca, como suelo sentir su poesía, ahí anda todavía don Ernesto entre sus convicciones intactas y el olvido que al menos aquí en Argentina ejercitamos con él. Recuerdo el último reportaje que vi aquí por el Canal Encuentro donde especulaba parafraseando a Chesteton que ni el cristianismo ni el marxismo han fracasado puesto que jamás ninguno fue llevado a la práctica.
ResponderEliminarQue viva don Ernesto, aunque a veces lo sienta cerca y a veces tan lejos. Que debo ser yo el que se mueve.
Chesterton, claro.
ResponderEliminarCon esas ideas (ni cistianismo ni marxismo fueron puestos nunca en práctica) te dan la vara todo el rato quienes ya no saben qué decir para justificar lo injustificable. Qué aburrimiento. No me interesan en absoluto.
ResponderEliminarMejor nos quedamos con su poesía, que tiene alguna cosa aprovechable.
Recuerdo con cariño La Oración para Marilyn...
ResponderEliminarUn buen poema que no sé por qué no está en "El crepúsculo", igual hay que subsanar eso.
ResponderEliminarTiene algo de ingenuo, sí, pero los últimos versos, aunque no soy creyente, me lo hicieron creíble. También querible, claro.
ResponderEliminarLa película terminó sin el beso final.
ResponderEliminarLa hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
[...]
Señor:
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de los Ángeles)
¡contesta Tú al teléfono!
Maravilloso.
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