I
SAN JUAN EN EL CALABOZO
(Toledo, 1577)
Su quejido metálico
se hunde y difunde exclama y reclama
un no sé qué que queda balbuciendo
Es el Arcángel San Gabriel dice el Santo
Es el Arcángel que me llama desde el futuro
Es el arcángel cuya piel es más negra que la noche
y brilla como las heridas de mi alma
Es el sonido de la trompeta como un cauterio suave
II
MILES DAVIS EN EL CALABOZO
(New York, 1959)
para tocar mi trompeta
Oh toque delicado que a vida eterna sabe
Y vi que por la ventana del calabozo
entraba un halo de luz y que en el aire
flotaba una Aparición fulgurante
(Son alucinaciones de la droga Dios mío)
Para ahuyentar al espectro tomé mi trompeta y toqué
Y mientras tocaba el rostro de la Aparición
tenía una expresión de éxtasis y dijo:
La música callada la soledad sonora
Sentí que me crecían alas en la espalda
y empecé a levitar
Entonces apareció un graffiti en lo alto de la pared
Que decía:
Qué bien sé yo la fuente que mana y corre
aunque es de noche
Y la sangre que manaba de mi cabeza
por los golpes que me dio el policía
iluminó la celda y dejó de correr
alrededor de la medianoche.
Por imaginación que no sea. Me gusta Oscar Hahn.
ResponderEliminarTiene cosas muy buenas. Pondré más. Desde luego, relacionar a San Juan de la Cruz con Miles Davis es para nota. Estos poetas...
ResponderEliminarFascinante poema y poeta hace poco conocidos.
ResponderEliminar“La música callada la soledad sonora” alude a los intersticios de silencio que me fascinan de Miles Davis. El genial Hahn captó (gracias a San Juan de la Cruz) su sonido de trompeta serpiente.
A Juan de la Cruz sólo le faltó decir para redondear: "La trompeta de terciopelo del Ängel que vendrá".
ResponderEliminarY punto.
ResponderEliminarOtra maravilla más. A abstraerse toca en el espacio-tiempo.
ResponderEliminarEspacio-tiempo... Einstein nos dió lecciones sobre el tema, pero los poetas (Rilke) ya sabían antes de él que el tiempo es ahora... y siempre.
ResponderEliminarNo importa que vivamos en el siglo XXI, en el XIII o en el XXIII antes de Cristo, todo es uno.
ResponderEliminarPero nos lo tienen que decir los poetas, esos visionarios.
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