y por boca una sala de vïuda2,
la habla entre ventosas3 y entre ayuda4,
con el "Denle a cenar poquito o nada".
La mula, en el zaguán, tumba enfrenada;
y por julio un "Arrópenle si suda;
no beba vino; menos agua cruda;
la hembra, ni por sueños, ni pintada".
Haz la cuenta conmigo, doctorcillo:
¿para quitarme un mal, me das mil males?
¿Estudias medicina o Peralvillo?5
¿De esta cura me pides ocho reales?
Yo quiero hembra y vino y tabardillo6,
y gasten tu salud los hospitales.
1 Los médicos solían llevar en el pulgar una sortija con una piedra tan grande (sortijón) que cuando tomaban el pulso a un enfermo parecían pronosticarle la losa (la tumba).
2 Sala de viuda: por la negrura en el interior de la boca del paciente. Juega con la idea de la muerte.
3 Ventosa: especie de vaso de vidrio de boca ancha en cuyo interior se colocaba un algodón impregnado de alcohol que se encendía e inmediatamente se apoyaba sobre la espalda del paciente.
4 Ayuda: enema.
5 Peralvillo es una localidad de la Mancha, cercana a Ciudad Real, que tenía fama como lugar de ejecuciones de la Santa Hermandad.
Sancho Panza: "¡qué mucho que tema no ande por aquí alguna región de diablos que den con nosotros en Peralvillo?".
6 Tabardillo: tifus.
Esta ciencia sí me gusta. Se la apliquen algunos que yo conozco...
ResponderEliminarComenzando por:
ResponderEliminarno beba vino; menos* agua cruda;
la hembra, ni por sueños, ni pintada
*Nota: Sustituir "menos" por "más"
Ya te digo. Se lo tengo que pasar a alguno que conocemos.
ResponderEliminarNo es la única vez que Quevedo habla de los médicos. En El libro de todas las cosas, capítulo titulado Para saber todas las ciencias y artes mecánicas y liberales en un día, escribe:
ResponderEliminarSi quieres ser famoso médico, lo primero linda mula, sortijón de esmeralda en el pulgar, guantes doblados, ropilla larga y en verano sombrerazo de tafetán. Y teniendo esto, aunque no hayas visto libro, curas y eres doctor; y si andas a pie aunque seas Galeno, eres platicante. Oficio docto, que su ciencia consiste en la mula.
La medicina en tiempos de Quevedo debía ser tremenda.
ResponderEliminarPues anda que ahora...
ResponderEliminarSí, quizá, pero si ahora no va del todo bien no es por falta de conocimientos ni de medios, sino por la burocracia.
ResponderEliminarY laboratorios y pre-pagas y clínicas y tratamientos y... El mismo espíritu de Quevedo. No sé por qué me recuerda a The Sword Of Damocles, esa maravilla que Lou Reed escribió para su amigo el compositor Doc Pomus y sus padecimientos en la clínica oncológica donde pretendían curarlo.
ResponderEliminarSí, "para curarte, deben matarte"...
ResponderEliminarQuien era tremendo era Quevedo, no dejaba títere con cabeza, el hombre.
ResponderEliminarExactísimo.
ResponderEliminarExactísimo.
ResponderEliminarExactísimo.
ResponderEliminarExactísimo.
ResponderEliminarLa verdad, no sé qué pasó. Perdón por el eco de mi comentario...
ResponderEliminarCosas de blogger. Si viviese Quevedo se iban a enterar.
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