Del lado de allá
Capítulo 18
[...] Y la Maga estaba llorando, Guy había desaparecido, Etienne se iba detrás de Perico, y Gregorovius, Wong y Ronald miraban un disco que giraba lentamente, treinta y tres revoluciones y media por minuto, ni una más ni una menos, y en esas revoluciones Oscar's Blues, claro que por el mismo Oscar al piano, un tal Oscar Peterson, un tal pianista con algo de tigre y felpa, un tal pianista triste y gordo, un tipo al piano y la lluvia sobre la claraboya, en fin, literatura.
Capítulo 18
[...] Y la Maga estaba llorando, Guy había desaparecido, Etienne se iba detrás de Perico, y Gregorovius, Wong y Ronald miraban un disco que giraba lentamente, treinta y tres revoluciones y media por minuto, ni una más ni una menos, y en esas revoluciones Oscar's Blues, claro que por el mismo Oscar al piano, un tal Oscar Peterson, un tal pianista con algo de tigre y felpa, un tal pianista triste y gordo, un tipo al piano y la lluvia sobre la claraboya, en fin, literatura.
en fin, literatura
ResponderEliminarAhí está el tema, literatura de la grande, de la grandiosa...
De Cortázar, con eso está todo dicho.
ResponderEliminarHabrá querido Cortázar evocar al Gordo Triste de Piazzolla Y Ferrer?...
ResponderEliminarSerá un guiño para su amado gordo Troilo que tocaba otro teclado, el del bandoneón, tan virtuosamente como Peterson el piano?
La definición "triste y gordo" siempre me provocó esas preguntas.
Quién sabe, seguramente cuando escribió esto tenía en la memoria esos personajes que citas.
ResponderEliminarLe gustaba mucho Aníbal Troilo, el gordo triste, el bandoneón mayor de Buenos Aires, lo menciona en algún poema, lo pone junto a Keith Jarrett y Beethoven, creo que en "Queremos tanto a Glenda"...
ResponderEliminarSí, está concretamente en el primer relato de "Queremos tanto a Glenda": "Orientación de los gatos". La verdad es que no lo recordaba.
ResponderEliminarCortázar maestro.
ResponderEliminarDisfrutada. Porque están hechas para disfrutar ¿no?.
ResponderEliminarNaturalmente.
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