[...] en estos días alterno la lectura y difusión de documentos de la CADHU sobre los campos de terror en la Argentina con los últimos cuentos de Izak Dinesen y una admirable revista californiana de poesía, Invisible City. Esta última me hace pensar, un poco sorprendido, que en los poemas que voy sumando aquí hay pocas presencias anglosajonas, siempre tan advertibles en mis cuentos y novelas. Pensar que Keats, que los isabelinos, que T. S. Elliot... Y justamente entonces asoma un meopa1 de nostalgia amorosa que resbalando por praderas inglesas va a parar a los campos de algodón sureños, al recuerdo de Lionel Hampton tocando Save it, pretty mama como nadie lo tocó salvo Louis Armstrong. Los tres hablamos a nuestra manera de una mujer querida, salvo que ellos lo hacen para llamarla y yo porque ya se ha ido.
sálvame tantas noches de naufragio,
salva tu blusa azul (era en enero, en Roma)
sálvalo todo, o salva lo que puedas.
Esto se viene abajo, pretty mama,
sálvalo del olvido, no permitas
que se llueva la casa, que se borre
la trattoría de Giovanni,
corre por mí por ti, sálvalo ahora,
te estás yendo y los pájaros se mueren,
me voy de ti te vas de mí, no hay tiempo,
sálvalo pretty mama,
la voz de Satchmo y ese grito
que te sumía en lo más hondo del amor,
save it all for me,
save it all for you,
save it all for us,
aunque no salves nada, sálvalo mamita.
por su-
puesto la
traduc-
ción de to
save no es
correcta,
aunque
perfecta-
mente
justa co-
mo suele
y debe
suceder
en las
buenas
traduc-
ciones.
Del lado de allá
Capítulo 11
[...] El vibráfono tanteaba el aire, iniciando escaleras equívocas, dejando un peldaño en blanco saltaba cinco de una vez y reaparecía en lo más alto, Lionel Hampton balanceaba Save it pretty mama, se soltaba y caía rodando entre vidrios, giraba en la punta de un pie, constelaciones instantáneas, cinco estrellas, tres estrellas, diez estrellas, las iba apagando con la punta del escarpín, se hamacaba con una sombrilla japonesa girando vertiginosamente en la mano, y toda la orquesta entró en la caída final, una trompeta bronca, la tierra, vuelta abajo, volatinero al suelo, finibus, se acabó.
1 Cortázar llamaba a sus poemas pameos y meopas. También prosemas. (N. de J. N.)
Seguimos recuperando entradas para la serie.
...El vibráfono tanteaba el aire, iniciando escaleras equívocas, dejando un peldaño en blanco saltaba cinco de una vez y reaparecía en lo más alto, como dijo Etienne.
ResponderEliminarEscritor jazzero si los hay, Julio Cortázar.
Desde luego. Qué manera de definir (constelaciones instantáneas, estrellas que se apagan inmediatamente) el vibráfono de Lionel.
ResponderEliminarEste tipo embellecía el jazz. Ya es embellecer...
ResponderEliminarSí, le daba empaque literario, le explicaba, si es que se puede explicar y si es que lo necesita, que va a ser que no.
ResponderEliminarMira que conozco a Cortázar, pero me queda una curiosidad: cómo tocaría la trompeta. ¿Hay alguna grabación por ahí? ¿Alguien sabe algo?
Se cree que... como otros el ukelele.
ResponderEliminarVale, graciosilla. Algún día de estos haré una grabación con el uke y entonces te vas a enterar.
ResponderEliminarBla, bla, bla...
ResponderEliminarEspera, que me he dejado uno: y bla.
ResponderEliminarY yo unos cuantos...
ResponderEliminarEn cuanto al virtuosismo de Cortázar a la trompeta, creo haber leído en algún lado, que era más bien escaso.
Sí, eso tengo entendido. El propio Cortázar lo explicaba diciendo que a veces se pasaba horas soplando la trompeta "para terror de sus vecinos".
ResponderEliminarAcabáramos, ahora entiendo por qué llega por aquí el Ebro con quejíos.
ResponderEliminar¿?
ResponderEliminarDe escuchar un ukele allá por allí...
ResponderEliminarVenga, que es broma, que seguro que tus vecinos no estarán aterrorizados.
No están aterrorizados, ni están nada, porque no lo toco, no tengo tiempo, ¿viste?
ResponderEliminarPero...
Desde luego...qué paciencia hay que tner.
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