caballitos de madera...
Yo conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.
En el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.
¡Alegrías infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!
ResponderEliminar¿Y quién no?
Eso.
ResponderEliminarYo no conocí esas alegrías (porque me mareaba:) Pero es cierto que eran lindos y que la noche azul ardía toda sembrada de estrellas.
ResponderEliminarEntonces no te perdiste tanto.
ResponderEliminarPues no lo sé. Todo lo que se movía del suelo me mareaba, pero recuerdo la música de los carruseles.
ResponderEliminarTambién tiene música el poema de Machado.
O mejor dicho, musicalidad.
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