T u felicidad sea infinita, como mis cuidados, mis lágrimas
[y mis insomnios.
I mpaciente al yugo, si otras mujeres tratan de imponérmelo,
[me someto con docilidad a tus deseos más insignificantes.
M i anhelo, en cada momento, es tenerte a mi lado:
[¡Ojalá pueda conseguirlo pronto!.
A miga de mi corazón, piensa en mí y no me olvides
[aunque mi ausencia sea larga.
D ulce es tu nombre. Acabo de escribirle, acabo de trazar
[estas amadas letras: ITIMAD.
¡Estupendo y oportuno post!
ResponderEliminar¿Oportuno?
ResponderEliminarQuise decir acompasado.
ResponderEliminarPues aún lo entiendo menos. Se me explique, por favor, que uno anda un poco espeso.
ResponderEliminar¿Estupendo?
ResponderEliminar¡Es broooma!
ResponderEliminarEl sevillano Al-Mutamid estaba coladito perdido por sus huesos.
Así le fue.
ResponderEliminar¿Por?
ResponderEliminarAl final tuvo que abandonar su reino taifa. Claro que Rumaikiya (Itimad) le acompañó al exilio, pobre.
ResponderEliminarAh, bueno. Eso ya me lo sabía:)
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