A Cristina Campo
Son mis voces cantandopara que no canten ellos,
los amordazados grismente en el alba,
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.
Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.
¡Es que era muy buena!
ResponderEliminarPrecioso...
ResponderEliminarOye, para ya que me tienes investigando obsesivamente desde hace un par de días. No conocía a esta poetisa y me gusta mucho. Gracias.
ResponderEliminarbesucos
Yo no sé si acabo de entender este poema ni esta poesía.
ResponderEliminarEs triste, ¿verdad?
La verdad es que es una poetisa como la copa de un pino, de las grandes, aunque bastante depresiva. De hecho acabó suicidándose la mujer, qué le vamos a hacer.
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