pueblan el mundo, la mayor, el hombre.
Él en alas del Noto* entre la bruma
cruza la blanca mar, sin que le asombre
la hinchada ola de rugiente espuma.
Y a la Tierra también, la anciana diosa,
incansable, inmortal, ha domeñado con sus ágiles mulas,
yunta airosa, que año tras año le hincan el arado.
Él a las aves, cabecitas hueras,
a los monstruos del ponto y a las fieras,
ingenioso y sagaz, las redes tiende,
y nada de sus mallas se defiende.
Para rendir al animal que ronda
libre los campos, con primor se amaña,
y bajo el yugo domador sujeta
al resistente toro de montaña,
al potro hirsuto de cerviz inquieta.
El lenguaje adquirió, y el pensamiento
que corre más que el viento,
y el temple vario en que el vivir estriba
del hombre en la ciudad. Con hábil treta
los flechazos del hielo astuto esquiva
y el chubasco importuno
que no dejan parar a cielo raso.
Su avance no detiene azar alguno,
y no hay dolencia que le salga al paso
que a soslayar no acierte.
De sólo un mal no escapa: de la muerte.
* Noto: Viento del Sur
La solemnidad del teatro clásico tan trágico y tan real a la vez, en este caso subliminando a la muerte.
ResponderEliminarTrágica, solemne, soberbia, antígona.
Un abrazo
"Su avance no detiene azar alguno,
ResponderEliminary no hay dolencia que le salga al paso
que a soslayar no acierte.
De sólo un mal no escapa: de la muerte".
Más allá de ese mal, la muerte, el fragmento es muy optimista.
Ojalá fuera verdad lo que en él se dice. Viviré esta mañana, quizá este día con esa ilusión, Juan.
Gracias.