Puesiesque ésta era una vez un pueta
de aquí del país
que no era ni bello ni malo como Satanás
(como él soñaba que era)
sino mero feyito y pechito y retebuena gente
que a puras cachas hacía el tiempo para escribir
entre sus estudios de Teneduría de Libros
y su trabajo en los Juzgados.
El pueta nacional amaba a la justicia y a las muchachas
(tal vez un poquito más a las muchachas que a la justicia)
(por eso no es tan pior si uno no sabe
el talle que tiene la justicia por estos lares)
y sábado a sábado hacía sonetos al pueblo
al futuro que vendrá
y a la libertad para tirios y troyanos
todo ello ya con la mirada llameante
después de haber llamado pan al maíz
y vino al guaro.
Así fue su vida y su obra
de las que hablaba en las tertulias de La Masacuata
y que hasta llegaron a despertar
un comentario benevolente de Roberto Armijo.
Un día sucedió que subió hasta las nubes el precio del papel:
y tanto en los Juzgados como en la Academia
le racionaron implacablemente las hojas al pueta
a fin de que no las desperdiciara en nada que no fuera
su tétrico trabajo judicial y su aprendizaje contable.
El pueta echó de ver clarito
y para más señas en un día de la semana bastante alejado del sábado
que en el fondo de todo había un atentado contra la poesía
que no se podía quedar así
por mucho y que el gobierno hablara del alza del petróleo.
Fue entonces que comenzó a escribir en los muros
con su mero puño y letra
en los tapiales y en las paredes
y en los grandes cartelones de las propagandas.
No le fue leve el cambio
muy por el contrario
al principio
cayó en profundas crisis de concepción creadora.
Es que en los tapiales no lucían bien los sonetos
y frases que antes le embriagaban como
"oh sándalo abismal, miel de los musgos"
se miraban todas cheretas en las paredes descascaradas.
Además los serenos y los orejas
y los cuilios y los Guardias Nacionales
de todas maneras se lo iban a encumbrar
(si es que no lo venadeaban de entrada)
aunque lo que pintara en los muros fueran versos como
"fulge, lámpara pálida, tu rostro entre mis brazos"
o
"yo te libé la luz de la mejilla"
o
"no hay Dios ni hijo de Dios sin desarrollo".
De ahí que el pueta agarrara vara de una vez
y se metiera a la guerrilla urbana
(ERP: Sección de Propaganda y Agitación de
la Dirección Nacional)
para quien ahora pinta en los muros
cuestiones como éstas:
"viva la guerrilla"
"lucha armada hoy -socialismo mañana"
"ERP",
Y si alguien dice que esta historia es
esquemática y sectaria
y que el poema que la cuenta es una
tremenda babosada ya que falla
"precisamente en la magnificación de las motivaciones"
que vaya y coma mierda
porque la historia y el poema
no son más que la puritita verdá.
De Poemas clandestinos (1980)
Siempre me ha gustado la ilustración que utilizas en esta entrada.
ResponderEliminarEn otros lugares, incluso aquí mismo, otros lo vivieron antes, decidieron antes y pasaron a la acción.
¿Aún así, publicarás de vez en cuando un poema de amor que nos distraiga y nos anime entre tanta conciencia de lo que ocurre? Para quienes tenemos el miedo fácil, el corazón sensible y, en este momento, la fuerza débil, ya sabes.
Gracias, Juan.
Vaaale...
ResponderEliminarCon que facilidad se pasa de poeta a guerrillero.
ResponderEliminarHabrá que dejar de escribir.
Es que hasta pueden matarte tus propios correligionarios, como le pasó a Roque.
ResponderEliminarMe viene a la memoria la canción que cantaba creo que Ana Belén:
"Me matan si no trabajo
y si trabajo me matan.
Siempre me matan, me matan,
ay, ay, siempre me matan."