[...] Entre las chabolas y los primeros edificios de la ciudad, como una tierra de nadie separando las dos partes enfrentadas, hay un ancho espacio libre de construcciones, pero, mirándolo con un poco más de atención, se observa no sólo una red de huellas entrecruzadas de tractores, ciertas explanaciones que sólo pueden haber sido causadas por grandes palas mecánicas, esas implacables láminas curvas que, sin dolor ni piedad, se llevan todo por delante, la casa antigua, la raíz nueva, el muro que amparaba, el lugar de una sombra que nunca más volverá a estar. Sin embargo, tal como sucede en las vidas, cuando creíamos que nos habían quitado todo, y de pronto descubrimos que nos queda algo, también aquí unos fragmentos dispersos, unos harapos emporcados, unos restos de materiales de deshecho, unas latas oxidadas, unas tablas podridas, un plástico que el viento trae y lleva nos muestran que este territorio había estado ocupado antes por los barrios de marginados. [...]
Traducción de Pilar del Río
El escritor portugués José Saramago, Premio Nobel de Literatura 1998, acaba de fallecer a los 87 años en su casa de Lanzarote. Descanse.
* La historia ha acabado, no habrá nada más que contar. (Última frase de su novela Caín)* Mi problema en relación con la muerte y por tanto con el tiempo, dado que éste conduce de la mano hasta la muerte, no es tanto por el hecho de morir. Para mí, lo verdaderamente dramático es que estabas y ya no estás. Parece una obviedad, pero yo lo siento así, lo veo así: estabas y ya no estás. (Parte de una entrevista concedida con motivo de la presentación de sus memorias)
* Lo sublime es tener la conciencia de que se va a perder y aún así seguir resistiendo.
* El hombre más sabio que he conocido (se refiere a su abuelo Jerónimo) no sabía leer ni escribir.
* Antes de empezar a escribir, tengo que escuchar lo que suena en mi cabeza, porque si acabo una frase con todo sentido, pero a esa frase le faltan armonía y melodía, es que aún sigue incompleta.
* No es que sea pesimista, es que el mundo es pésimo.
* Antes nos gustaba decir que la derecha era estúpida, pero hoy día no conozco nada más estúpido que la izquierda.
* Disentir es uno de los derechos que le faltan a la Declaración de los Derechos Humanos.
* Sigo escribiendo, intentándolas comprender (las cosas), porque no tengo nada mejor que hacer y sabiendo que llegaré al final sabiendo lo mismo que sabía antes, es decir poco o casi nada.
* El triunfo nunca ha sido un objetivo para mi.
Gracias por el fragmento elegido, Juan.
ResponderEliminarDe las citas, cualquiera.
No sé como lo ves tú, pero para mi, cada camarada que se me va, me deja esa sensación de perdida del tesoro, de lo único, de lo insustituible, me pasó con Antonio, con Camachín, con los Robledos, con Fito, con...
ResponderEliminarPara que seguir, tengo una cosa aquí adentro.
Yo veo personas, Finchu, no camaradas en el sentido en que tú lo dices, aunque me puede servir la palabra en un sentido amplio.
ResponderEliminarClaro: Antonio (mi cuñado y amigo), Camachín... Claro, yo también tengo algo aquí adentro.
Uno cuando lee a Saramago evoca su palabra deslizándose a través de los párrafos, lentamente, con esa cadencia que tenía él al decir las cosas. Su narrativa tan exenta de barroquismos nos sitúa a su lado y uno se imagina que eso que lee se lo está contado un amigo sentado a tu lado tomando un café.
ResponderEliminarCuando se pierde algo que se quiere, siempre se queda una parte arrugada dentro de nosotros.
Un abrazo.