Nevada de silencio.
(Rodó la cabeza del sol decapitada
y la hemorragia del crepúsculo
empapó la dorada melena de los montes.)
En los viejos muros
de rodillas duermen las tinieblas.
Mendigos encorvados por cruces invisibles.
Cúpulas lejanas:
Cruces orando sus plegarias mudas.
Una luna oscila,
la de siempre, la misma,
como Ana Pavlova:
entre cursi y divina.
Los ojos de las casas dan un suave escándalo de luz sobre los muros.
p e r f o r a n
l
a
n
o
c
h
e
.
Nos ha gustado muchísimo este poema: " los relojes gotean las horas, perforan la noche..."
ResponderEliminarExquisito.No lo conocíamos...
Un abrazo.
La verdad es que yo tampoco lo conocía hasta hace bien poco. Me lo encontré en una antología estupenda de poetas centroamericanos, editada por El Círculo de Lectores y llamada "Pajaro relojero". He ido sacando de ahí para este blog algún otro poeta.
ResponderEliminarMe encanto.. este poema esta genial!!
ResponderEliminar¿La ilustración?
ResponderEliminarDe un pintor guatemalteco, como ves
ResponderEliminarSí, el poema es de una belleza extraordinaria, cada metáfora, cada imagen...
ResponderEliminarGracias, Juan.