pero la noche era fría, oh, qué negra y desolada.
Y así, para mantener el fuego vivo en tal rigor
algo más siempre era preciso con que lo alimentara.
Así como el monje vagabundo que reúne leña en las tinieblas,
arrojaba yo en aquel fuego mis miembros sin descanso,
mas como no fueran suficientes, después de ellos
a las llamas comencé a entregar jirones de mi alma.
Pues otro modo no existía, no, imposible que lo hubiera,
pues preciso era que alguien sostuviera aquella llama.
A la delirante luz que sólo el oleoso pábilo procura,
brillaban en derredor amenazantes figuras, y temblaban.
Tal vez las vierais, algo distinguisteis acaso,
en torno a mí la noche de tinieblas y de lobos se poblaba.
Pues todos sofocar pretendían aquel fuego,
unos por maldad, tantos por ignorancia.
Otros en lo alto de colinas bañadas por el sol,
sus hogueras avivaban y reían con desprecio,
incapaces de entender lo que aquí dentro sucedía,
cuánto esfuerzo requiere una llama nacida en la negrura.
Cansado, alguna vez llegué a pensar: dejaré que se extinga.
Ya que me repudian, caiga de una vez la noche eterna.
Mis ciegos ojos quedarán tal vez de esa manera
en la oscuridad completa sin que nadie los perturbe.
Mas de nuevo algo me empujaba a alzarme cual sonámbulo,
como el monje desolado que reúne leña en las tinieblas,
y sobre el fuego a arrojar mis miembros congelados,
y los jirones uno a uno arrojarle de mi alma.
Versión de Ramón Sánchez Lizarralde
Cuando entre mi país y España no iba ni venía nadie, un caballero solitario, despreciando las leyes del mundo, cruzaba cuantas veces se le antojaba la frontera infranqueable. Ya imaginaréis a quien me refiero: a Don Quijote... Fue el único al que no consiguió detener aquel régimen comunista, para el que la cosa más fácil del mundo era precisamente detener, prohibir.
Don Quijote, ya como libro ya como personaje vivo, era tan popular en Albania como si lo hubiera engendrado ella misma... [Don Quijote] traspasaba la frontera albanesa porque era, entre otras cosas, independiente.
Cuando un escritor albanés, por una obra escrita principalmente en un territorio y un tiempo comunistas, recoge un premio de un reino occidental sucede porque la literatura es, por su propia naturaleza, independiente.
Una vez aceptamos que el de la literatura y las artes es un mundo paralelo, referencial, hemos admitido también que es un mundo rival, y, en consecuencia, habremos de admitir que entre esos dos mundos, el de la vida y el del arte, habrá conflicto.
Los escritores estamos convencidos de que el arte no alzará nunca la bandera de la capitulación.
En ningún caso la literatura y el arte atacan al mundo real con intención de dañarlo, sino que, por el contrario, pugnan por tornarlo más bello, más habitable.
Todo esto, y mucho más, dijo Ismail Kadare en la concesión de los premios Príncipe de Asturias 2009. Kadare, Premio de las Letras, fue el encargado de leer el discurso de agradecimiento en nombre de los galardonados. Lo hizo en su idioma materno.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarComo yo sí he leído el comentario, te diré , autor que suprimes comentarios, que a veces no hay que buscar la relación entre un texto y una imagen, o bien porque no existe, o bien porque la relación es tan tangencial que cualquiera sabe...
ResponderEliminarMe parecía agresiva la forma en que había planteado mi comentario, Juan, y por eso lo borré. No quería importunarte.
ResponderEliminarEn realidad, lo que quería decir era que me resulta durísima la ilustración. Como mujer. Mirarla. (Sé: "Pues no la mires".) Y por eso me preguntaba qué te habría llevado a elegirla.
De cualquier modo, gracias por tu respuesta.
No sé, me gusta Max Ernst, pero no le busques respuestas, es puro surrealismo.
ResponderEliminar