viernes, 16 de octubre de 2009

La voz arrasadora - Cintio Vitier - Cuba

Contemplación - Verónica BascuñánEsta es la voz de un contemplativo, no de un hombre de acción.
Ambas razas, las únicas que realmente existen, se miran con recelo.
Es verdad que ha habido gloriosas excepciones, aunque bien mirados los rostros, bien oídas las voces,
la sagrada diferencia se mantiene, y aún se torna trágica.
Pero el contemplativo entiende y muchas veces ama el rayo de la acción. Casi nunca lo contrario ocurre.
Esta es la voz absorta de un oscuro, de un oculto, que ha tenido peregrinas ambiciones.
Enumerarlas sería realizar un inventario del delirio.
Baste decir que ha querido romper los límites del fuego en las palabras
y ha vuelto al círculo del hogar con un puñado de cenizas.
No, sin duda no lo comprenderéis, salvo los que sois del indecible oficio.
Se entiende a un pescador, a un viajante, a un maestro, a un asesino.
Estos hombres se alimentan de lo que hacen; hasta sus sueños y sus fantasmagorías son quehaceres, hechos.
¿Cómo entender a uno que no ha poseído nunca nada; que no ha tocado una cosa desnuda de alusión;
que sólo vive y muere en el mundo de lo otro, en el inalcanzable reino de las transposiciones:
a uno que, de pronto, necesita escribir, como se necesita la comida o la mujer?
Su suerte es dura, extraña, también irrenunciable. Y sin embargo, o por lo mismo, ya no me preguntéis,
cada vez que oye la voz arrasadora de la vida, arroja su fantástico tesoro
y sale cantando y llorando y resplandeciendo, y va silencioso a ocupar el puesto que le asignan.

3 comentarios:

  1. "Baste decir que ha querido romper los límites del fuego en las palabras"

    No cabe duda que el autor ha roto los límites del fuego en este maravilloso texto.

    Un abrazo.

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  2. Estoy de acuerdo con Logan y Lory.

    Y parece que te estés ocupando en describir y descubrir qué, quién, cómo es un poeta.

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  3. "Su suerte es dura, extraña, también irrenunciable. Y sin embargo, o por lo mismo, ya no me preguntéis,
    cada vez que oye la voz arrasadora de la vida, arroja su fantástico tesoro
    y sale cantando y llorando y resplandeciendo, y va silencioso a ocupar el puesto que le asignan".

    Es fantástico que la vida tenga una voz arrasadora, que su llamada pueda sobre todo.

    Gracias, Juan.

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