viernes, 6 de marzo de 2009

Alocución - Francisco Brines - España

Ritos egipcios de la inmortalidad¿Es que, acaso, estimáis que por creer
en la inmortalidad,
os tendrá que ser dada?
Es obra de la fe, del egoísmo
o la desolación.
Y si existe, no importa no haber creído en ella:
respuestas ignorantes son todas las humanas
si a la muerte interroga.

Seguid con vuestros ritos fastuosos, ofrendas a los dioses,
o grandes monumentos funerarios,
las cálidas plegarias, vuestra esperanza ciega.
O aceptad el vacío que vendrá,
en donde ni siquiera soplará un viento estéril.
Lo que habrá de venir será de todos,
pues no hay merecimiento en el nacer
y nada justifica nuestra muerte.


"La poesía es buena o mala. Hay poesía social muy buena: Vallejo, 'España, aparta de mí este cáliz' es maravilloso. El problema es que la mayor parte de la poesía social de entonces lo que hacía era poner en verso lo que se hablaba en el café. Era una traslación en verso de reflexiones, confesiones o creencias usuales en la gente. No me interesaba mucho porque yo en la poesía siempre busco un motivo de revelación, descubrir algo que yo no sé de antemano. Nunca he escrito un poema sabiendo lo que quería decir."

"Vivimos un mundo de minorías. La poesía es una gran defensa del individuo y de la individualidad del ser humano. Como se habla desde la vida y desde las emociones y tenemos parecidas alegrías y tristezas, el lector en la poesía no se busca a sí mismo sino que busca la verdad del otro. Cuando lees a alguien que piensa lo contrario que tú y, por la emoción estética, asientes al contenido de su poema, se establece algo muy importante: la tolerancia. Así, si un creyente lee un poema agnóstico y se emociona, ese creyente se hace tolerante, aunque sea por un momento. De la misma manera que si un lector ateo lee a San Juan de la Cruz, puede que no crea en la mística, pero sí creerá en el hombre que se apoya en ella."

"Lo importante es la vida. Y el momento de verdad importante es la despedida de la vida. La primera gran experiencia de pérdida es el tránsito de la niñez a la adolescencia, con la pérdida del sentimiento de la inmortalidad. Los niños se sienten inmortales, para ellos no existe la muerte. Cuando experimentas que la muerte existe y es fatal es cuando la finitud de la vida se impone como el gran tema. El hombre es tiempo."

Todo esto dice Francisco Brines, uno de los mayores exponentes de la poesía de la Generación del 50, junto con Carlos Barral, Ángel González, Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, José Manuel Caballero Bonald, José Ángel Valente, etc.

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