Somos los hombres huecos
somos hombres de trapo
unos en otros apoyados
con cabezas de paja. ¡Ay!
Nuestras voces resecas
cuando cuchicheamos
son quedas e insensatas
como el viento en la hierba seca
o el paso de las ratas
sobre los vidrios rotos
de nuestro seco sótano
hechura informe, sombra sin color,
fuerza paralizada, gesto sin movimiento;
aquellos que han cruzado
con la mirada fija
al otro Reino de la muerte
nos recuerdan -si acaso- no
como almas perdidas y violentas,
sino como hombres huecos,
hombres de trapo.
IV
Los ojos no están aquí
aquí no hay ojos
en este valle de astros moribundos
en este valle hueco
esta quijada rota de nuestros reinos perdidos
en este último lugar de encuentro
avanzamos a tientas
y evitamos hablar
juntos en la ribera del río tumefacto
ciegos, a menos que
los ojos reaparezcan
como el astro pequeño
rosa multifoliada
del reino crepuscular de la muerte
que sólo es esperanza
para los hombres huecos.
somos hombres de trapo
unos en otros apoyados
con cabezas de paja. ¡Ay!
Nuestras voces resecas
cuando cuchicheamos
son quedas e insensatas
como el viento en la hierba seca
o el paso de las ratas
sobre los vidrios rotos
de nuestro seco sótano
hechura informe, sombra sin color,
fuerza paralizada, gesto sin movimiento;
aquellos que han cruzado
con la mirada fija
al otro Reino de la muerte
nos recuerdan -si acaso- no
como almas perdidas y violentas,
sino como hombres huecos,
hombres de trapo.
IV
Los ojos no están aquí
aquí no hay ojos
en este valle de astros moribundos
en este valle hueco
esta quijada rota de nuestros reinos perdidos
en este último lugar de encuentro
avanzamos a tientas
y evitamos hablar
juntos en la ribera del río tumefacto
ciegos, a menos que
los ojos reaparezcan
como el astro pequeño
rosa multifoliada
del reino crepuscular de la muerte
que sólo es esperanza
para los hombres huecos.
Hermoso.
ResponderEliminarBienvenida a este blog, Victoria.
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